Friday, October 19, 2012

Grito y esperanza: huellas del caucho.


 El 12 de octubre de 2012, en la Chorrera – Colombia, se realizó una importante e histórica convocatoria en el marco de la conmemoración del centenario de la encíclica Lacrimabili Statu Indorum promulgado por el Papa Pío X con el fin de “poner remedio a la miserable condición de los indios” que estuvieron sometidos a la barbarie del caucho dirigida por la Casa Arana. La Asociación Curuinsi ha sido representado por su presidente Rubén Medina Robledo, descendiente del pueblo Murui, en virtud de su labor colectiva orientado a revalorar y practicar la herencia cultural de nuestros antepasados.
Las organizaciones indígenas de Colombia presentaron un documento denominado “REQUERIMIENTOS DE LOS DESCENDIENTES INDIGENAS VÍCTIMAS DEL ETNOCIDIO CUACHERO”, con los siguientes temas: 1. Difundir, en todo el mundo, la verdad sobre la cauchería en el putumayo, 2. Sensibilizar al mundo empresarial sobre las masacres del pasado, cometido en nombre del desarrollo europeo, 3. Crear una institución de la memoria y movilizar el sector académico para su reproducción, 4. Crear una mesa de acuerdos y su implementación comunitaria, 5. Viabilizar mecanismos de reparación y ejercicio de la justicia.
Se hizo la exposición ante la presencia del embajador de Gran Bretaña Jhon Deew, “Nosotros no queremos guardar rencor, hoy, 100 años después estamos aquí para devolver y entregar a estos que nos hizo sufrir a quienes fueron responsables de lo sucedido, queremos  difundir esta verdad como lo hizo hace un siglo el Cónsul Británico Roger Cassement”, finaliza el documento.
Los artistas murui Santiago y Rember Yahuarcani pintaron un mural, en la pared de un colegio, denominado “El grito de los hijos de la coca, el tabaco y la yuca dulce”. Según las apreciaciones de los líderes, la obra de arte, hace visible el grito de dolor y esperanza, que refuerza la institucionalidad de la memoria.
El presidente de Curuinsi, logró agrupar a los hermanos indígenas del Perú, para reflexionar sobre el pasado y esbozar procedimientos necesarios que hicieran posible la construcción de una agenda común con enfoque de bienestar  autosustentable para los descendientes Murui, Bora y Ocaina que habitan territorios en el Putumayo, Ampiyacu y Napo. Esta idea deberá ir concretándose con la participación comunitaria y organizaciones aliadas, una vez concluida deberá presentarse al Estado peruano para su financiamiento. Lo que viene es un trabajo consensuado, desprendimiento de compromisos e identificación sociopolítica por una causa que la sociedad elitista trató de ocultar con el fin de proteger la careta del capitalismo salvaje.  
Más allá de la coyuntura comprende la soltura de la conciencia nacional y global en una época donde la pobreza de los pueblos indígenas se incrementa en relación a la disminución de la capacidad proveedora del bosque y donde el siglo XXI alumbra una crisis relacionado con la falta de liquidez para un país y abundancia de riquezas para otro, la tortura de los derechos de los ciudadanos y el privilegio de los estamentos financieros. Estos acontecimientos significan, para los pueblos vulnerables, una oportunidad para afianzar nuestra autonomía objetiva a partir del funcionamiento de proyectos de vida inspirados en nuestras herencias y dirigido por  líderes indígenas abolidos de los temores y atavismos de la esclavitud. 
Varias veces, nuestras lágrimas, cayeron como un caño roto al escuchar los testimonios sobre la tortura de adultos y niños. Hoy, las personas mayores que viven en la Chorrera nos dicen que las tierras no pobladas en los márgenes del Igaraparaná han sido despobladas por las migraciones forzadas o el exterminio brutal de sus habitantes, entonces, esas tierras vivas siguen esperando a sus hijos, como una madre que nunca pierde la esperanza de volver abrigar y amar a los suyos.  El sentimiento de nuestra tierra debe ser guía de nuestros sueños, volver a sembrar, cosechar y alimentar para progresar según los desafíos vigentes.

Wednesday, October 03, 2012

Crónica e interpretación geopolítica del Putumayo.



La comunidad internacional y nacional han mirado al putumayo con ojos utilitaristas y de seguridad. Desde la extracción del caucho, palo de rosa, pieles finas, madera (cedro) y las actividades recientes como la extracción de oro aluvial y la implementación sistemática del plan IIRSA (Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana), quedó demostrado que el Putumayo es una futura gran despensa proveedora de riquezas para grupos de poder del mundo capitalista y una oportunidad de impacto positivo incierto para los pueblos y comunidades de la frontera Perú – Colombia. Digo oportunidad de impacto incierto para los pueblos bosquesinos y semiurbanos debido a la tradicional prevalencia de la codicia y egoísmo idolatrado por los agentes económicos en su relación local basado en la asignación de mano de obra y motivo de breves satisfacciones suntuarias, mientras que las capacidades técnicas y liderazgos emergentes siga siendo un ensueño inminente para muchos  y una suerte de beneficio para los políticos corruptos. Pues, la población del putumayo debe luchar más allá de las actividades cotidianas para educarse en la casa y en las instituciones académicas, si no hubiere oportunidad en tan difícil situación económica y de la oferta educativa se debe adoptar una actitud autodidacta basado en la disciplina, método y perseverancia.   
  
La visión capitalista plantea trabajar el “eje amazonas” que involucra la capacidad territorial de la cuenca del Putumayo para la construcción de infraestructura de transportes (excavación del lecho de los ríos, construcción de carreteras y aeropuertos), energía (construcción de hidroeléctricas y monocultivos para biocombustible) y comunicaciones. Sin embargo, estos megaproyectos tienen las características para desempeñarse como itinerarios adecuadamente preparados para llevarse o sustituir los bienes comunes (recursos naturales que hizo el padre creador para el bienestar duradero de los putumayenses). La sustitución de los bosques por los monocultivos implica un enfoque eminentemente temporal – rentable para los inversionistas y la reducción del valioso usufructo ancestral. Estos temas globales que parece una imaginación están documentados y observados por movimientos sociales que defienden los intereses de las minorías del mundo, entonces, debemos estar en vigilancia permanente mediante organizaciones sólidas, líderes claros y profesionales putumayenses con alto nivel de compromiso con sus raíces.

En este marco, el  3 de octubre del 2002, se suscribió la “DECLARACION DEL EL ESTRECHO”, donde participaron delegados de Colombia y Perú, con la finalidad de analizar la legislación nacional e internacional que protegen a las poblaciones ribereñas. El Acuerdo Nº 7, el más importante para el putumayo, dice “solicitar al gobierno peruano el diseño y aprobación de planes integrales de desarrollo dirigidos a las comunidades, encaminadas por un lado a dotarlas de infraestructura y servicios educativos, salud, vivienda y otros servicios sociales para responder a las necesidades de su población y, por otro lado, apoyando actividades productivas que afirmen la biodiversidad de la zona,  desarrollen mercados locales que protejan su sostenibilidad alimentaria y puedan articular sus producciones a los mercados regionales e internacionales”.  Este Acuerdo resume las principales demandas de los pueblos y comunidades del Putumayo y exhorta al Estado peruano para su atención mediante el PEDICP, GOREL, Municipalidad local, Sernanp y otras instituciones. Corresponde al pueblo, pues, manejar una agenda que permita monitorear y vigilar acciones que involucra los intereses de la jurisdicción. Es el momento de actuar respecto la penosa disminución de peces y de animales en los bosques del putumayo, la abundancia de antaño transita hacia la escasez generado por el consumo sin regeneración, advertida por la teoría malthusiana cuya sentencia dice que “el aumento progresivo de la población es equivalente a la disminución aritmética de los recursos naturales”. No obstante, la ciencia confrontó esta teoría de la escasez y propuso tecnologías para garantizar la alimentación.  ¿Acaso las autoridades locales podrían decretar una moratoria de pesca en “cedro cocha” hasta que las especies retorne mediante el desove y el mijano?

Los escenarios donde participan comunidades y empresas ofrecen experiencias que ayudan a tomar decisiones que antecedan atropellos y problemas muchas veces irreversibles. Por ejemplo, el proyecto de irrigación de las pampas de Olmos (ubicado en la vertiente oriental de los Andes Piura y Cajamarca) ha sido planteado, inicialmente, para potenciar la economía de los pequeños agricultores, al final el proyecto beneficiará a grandes grupos empresariales. En la primera parte de la subasta de tierras irrigadas, la empresa Gloria S.A ha sido favorecida con 15,600 hectáreas, el campesinado no pudo acceder a ningún lote de 250 hectáreas valorizado en 1 millón 100 mil dólares.  Dejando claro que el Estado apoya a los grupos económicos y abandona al campesinado (www.bajolupa.org)
Tal como dijo Róger Rumrrill (historiador), “el siglo XXI es el siglo de los pueblos indígenas y de los bosques que ellos habitan”. La fuerza consumista del capitalismo presionará los bosques amazónicos con mayor dureza y profundidad. El mito del gran dorado nunca ha dejado de tener vigencia y la resistencia de los pueblos deberá reforzar su vanguardia y retaguardia. No es tiempo de dormirse después de comer quizá la última gamitana y desinteresarse de los temas colectivos, sino posponer el sedentarismo mental e indagador para saber, a tiempo, qué hacer frente a los desafíos y adversidades.