Benjamín Saldaña: referente de justicia y libertad.
El 09 de agosto del año 1907 el periodista peruano Benjamín Saldaña Roca denunció ante el Juzgado de Crimen de Iquitos un acontecimiento de monumental vileza y vituperio: “Crímenes del Putumayo” de aproximadamente 60 mil indígenas originarios del Putumayo; perpetrados por operadores de la Amazon Peruvian Co., propiedad del cauchero Julio C. Arana.
Muchas personas e instituciones han tratado este tema en los últimos 100 años. Unos, reconstruyeron los hechos para presentar una historia impregnado de sangre y con interminable resonancia de dolor; donde los varones del caucho han sido subyugado por la avidez de la riqueza y donde el indígena ha sido olvidado por Dios y por la justicia terrenal en medio de una virginal montaña que fue, también, desentrañada lentamente hasta el manifiesto de su genuina fragilidad. Otros, han considerado a los “Crímenes del Putumayo” como un medio que dio lugar a la “modernidad” de la ciudad de Iquitos; finalmente, han procurado empañar su crueldad con la ficción de un “patriotismo” falsamente encarnado en Julio C. Arana.
“Benjamín Saldaña Roca sacó a la luz el genocidio y resistencia indígena en el Putumayo ocasionado por los exploradores del caucho de ese entonces”; así menciona parte del considerando de la Ordenanza Municipal Nº 005-2007-MDP: (San Antonio de El Estrecho, 07.08.07); de la Municipalidad Distrital del Putumayo, Departamento de Loreto. Mediante esta Ordenanza la Municipalidad “recomienda a las autoridades de la zona la incorporación en el Calendario Cívico Escolar y en el Currículo respectivo como efeméride y contenido curricular respectivamente”.
EL 09 de agosto del año 2007, en el Auditórium de la Municipalidad Distrital del Putumayo, se ha conmemorado el “Centenario de la denuncia formal realizada por el periodista peruano Benjamín Saldaña Roca contra la Empresa Amazon Peruvian Co., del cauchero Julio C. Arana por las atrocidades cometidas contra la población indígena del putumayo”. Ese mismo día, se acuerda la apertura de una nueva calle en la localidad de El Estrecho con el nombre del honorable periodista.
Aquel día, una desbordante jornada de octogenarias retrospecciones ha trastocado la médula que conecta el pasado con el presente respecto a los graves sucesos acaecidos en la época del caucho en el Putumayo. Voces entrecortadas y lágrimas concomitantes han quebrado el bondoso imaginario de una historia incuestionable; que a la luz del medio día constituyen testimonios transcendidos que anulan toda negación y excusa.
Teniendo en cuenta diversos y extraños tratamientos sobre este luctuoso acontecimiento; no puede ni siquiera procurar esconderse detrás de literaturas y voces desvinculadas de toda noción filosófica, científica y humana. Géneros fabricados desde los ángulos incriminados para contradecir servilmente un hecho deplorable con la trivial intención de crear un innecesario escenario de debate en la palestra académica e intelectual de estos días.
Es así, que el odio de Hitler contra los judíos consumados en Auschwitz no podría haber recibido objeción si hubieran validado las bondades científicas, económicas y académicas de la Alemania de entonces.
Un genocida no participa siempre en los campos de los hechos. En efecto, Julio C. Arana no puede ser considerado como “patriota” y tratar de aproximarle a la eminencia de los verdaderos patriotas que dieron su vida por las tierras del Putumayo en el año 1942: Soldado Alfredo Vargas Guerra, Teniente Manuel Clavero; entre otros. Tampoco es permisible el curso de la aversión natural y humanitaria ante un fragmento del mundo contemporáneo que privilegia la vida de la persona humana y contradice la lógica mercantilista generadora de guerra, pobreza, contaminación y extinción de la diversidad biológica.
La masacre de aproximadamente 60 mil indígenas se han estigmatizado en la maravillosa y reluciente posteridad de sus legatarios. Hoy solamente buscan la inmortalidad de un hecho que ha generado la muerte de seres humanos y el deterioro de una cultura milenaria amazónica. Cuya inmortalidad instituye el ejercicio de la justicia y libertad como base del encuentro del bienestar común y obliga al Estado brindar las coberturas sociales necesarias.
Benjamín Saldaña Roca, constituye un referente de justicia y libertad. Representa el amor al prójimo que recobra eterna validez en un mundo donde cada día se percibe la proximidad de fatalidades geológicas y el calor de las bombas atómicas.
El 09 de agosto del año 1907 el periodista peruano Benjamín Saldaña Roca denunció ante el Juzgado de Crimen de Iquitos un acontecimiento de monumental vileza y vituperio: “Crímenes del Putumayo” de aproximadamente 60 mil indígenas originarios del Putumayo; perpetrados por operadores de la Amazon Peruvian Co., propiedad del cauchero Julio C. Arana.
Muchas personas e instituciones han tratado este tema en los últimos 100 años. Unos, reconstruyeron los hechos para presentar una historia impregnado de sangre y con interminable resonancia de dolor; donde los varones del caucho han sido subyugado por la avidez de la riqueza y donde el indígena ha sido olvidado por Dios y por la justicia terrenal en medio de una virginal montaña que fue, también, desentrañada lentamente hasta el manifiesto de su genuina fragilidad. Otros, han considerado a los “Crímenes del Putumayo” como un medio que dio lugar a la “modernidad” de la ciudad de Iquitos; finalmente, han procurado empañar su crueldad con la ficción de un “patriotismo” falsamente encarnado en Julio C. Arana.
“Benjamín Saldaña Roca sacó a la luz el genocidio y resistencia indígena en el Putumayo ocasionado por los exploradores del caucho de ese entonces”; así menciona parte del considerando de la Ordenanza Municipal Nº 005-2007-MDP: (San Antonio de El Estrecho, 07.08.07); de la Municipalidad Distrital del Putumayo, Departamento de Loreto. Mediante esta Ordenanza la Municipalidad “recomienda a las autoridades de la zona la incorporación en el Calendario Cívico Escolar y en el Currículo respectivo como efeméride y contenido curricular respectivamente”.
EL 09 de agosto del año 2007, en el Auditórium de la Municipalidad Distrital del Putumayo, se ha conmemorado el “Centenario de la denuncia formal realizada por el periodista peruano Benjamín Saldaña Roca contra la Empresa Amazon Peruvian Co., del cauchero Julio C. Arana por las atrocidades cometidas contra la población indígena del putumayo”. Ese mismo día, se acuerda la apertura de una nueva calle en la localidad de El Estrecho con el nombre del honorable periodista.
Aquel día, una desbordante jornada de octogenarias retrospecciones ha trastocado la médula que conecta el pasado con el presente respecto a los graves sucesos acaecidos en la época del caucho en el Putumayo. Voces entrecortadas y lágrimas concomitantes han quebrado el bondoso imaginario de una historia incuestionable; que a la luz del medio día constituyen testimonios transcendidos que anulan toda negación y excusa.
Teniendo en cuenta diversos y extraños tratamientos sobre este luctuoso acontecimiento; no puede ni siquiera procurar esconderse detrás de literaturas y voces desvinculadas de toda noción filosófica, científica y humana. Géneros fabricados desde los ángulos incriminados para contradecir servilmente un hecho deplorable con la trivial intención de crear un innecesario escenario de debate en la palestra académica e intelectual de estos días.
Es así, que el odio de Hitler contra los judíos consumados en Auschwitz no podría haber recibido objeción si hubieran validado las bondades científicas, económicas y académicas de la Alemania de entonces.
Un genocida no participa siempre en los campos de los hechos. En efecto, Julio C. Arana no puede ser considerado como “patriota” y tratar de aproximarle a la eminencia de los verdaderos patriotas que dieron su vida por las tierras del Putumayo en el año 1942: Soldado Alfredo Vargas Guerra, Teniente Manuel Clavero; entre otros. Tampoco es permisible el curso de la aversión natural y humanitaria ante un fragmento del mundo contemporáneo que privilegia la vida de la persona humana y contradice la lógica mercantilista generadora de guerra, pobreza, contaminación y extinción de la diversidad biológica.
La masacre de aproximadamente 60 mil indígenas se han estigmatizado en la maravillosa y reluciente posteridad de sus legatarios. Hoy solamente buscan la inmortalidad de un hecho que ha generado la muerte de seres humanos y el deterioro de una cultura milenaria amazónica. Cuya inmortalidad instituye el ejercicio de la justicia y libertad como base del encuentro del bienestar común y obliga al Estado brindar las coberturas sociales necesarias.
Benjamín Saldaña Roca, constituye un referente de justicia y libertad. Representa el amor al prójimo que recobra eterna validez en un mundo donde cada día se percibe la proximidad de fatalidades geológicas y el calor de las bombas atómicas.