Saturday, December 31, 2016

Lecciones y mensajes



El Estado peruano durante su larga convivencia social a espaldas de los pueblos indígenas amazónicos ha ido profundizando el retroceso en el camino de la investigación científica sobre las culturas ancestrales y la búsqueda de respuesta de cómo armonizar la sabiduría milenaria y los derechos colectivos con el inevitable avance de la economía de mercado basado en la extracción de los recursos naturales. Las consecuencias que ha infligido a la vida de los pueblos indígenas esta ignominiosa postergación han sido devastadoras: territorios de uso tradicional contaminados y despojados, exclusión de los servicios públicos, políticas públicas discorde con las prioridades locales y valores propios, discriminación y agravios que han ubicado a los pueblos indígenas en situación de extrema pobreza y alta vulnerabilidad.

En las últimas dos décadas ha llegado el Estado peruano a escamotear –sin remilgo ni perdón en el decurso de los años– derechos y expectativas de bienestar como resultado de haber soslayado la gestión de políticas públicas conducentes a mejorar la calidad de vida integral de los pueblos indígenas en relación aritmética con la inversión pública, principalmente de aquellas que han causado miseria en los últimos 40 años. El Estado estaba forzado –por el desinterés deliberado de practicar el valor del diálogo intercultural y desaprovechar el esplendor de los conocimientos tradicionales– de crear una implosión social como lo ocurrido en la “curva del diablo” en el año 2009 o las razias fratricidas orientadas a silenciar después a líderes indígenas que han cuestionado la estructura de poder y decisión del Estado.

Sabedores o sabios indígenas, iniciativas no gubernamentales y laureados investigadores de la cultura indígena amazónica como Jorge Gasché y Alberto Chirif han ubicado en malocas, bibliotecas y anaqueles riquísimos conocimientos y ejemplares de libros que explican con argumentos claros el vasto contenido de la sabiduría ancestral, forma de organización, la relación con el territorio y la vida en medio de la sociedad moderna, capitalista y neo-liberal. La diseminación de la interpretación –en colegios, universidades, centros culturales, medios de comunicación y otros– y comprensión de los valores de las culturas amazónicas en la sociedad regional loretana y nacional podría ser un instrumento revolucionario contra la discriminación, la injusticia y las taras de los gobernantes. Habría aminorado con la luz de los saberes de los pueblos indígenas las hordas enloquecidas por la avidez de la riqueza a expensas del empobrecimiento y daños ambientales, habría sucumbido las prácticas insidiosas con la que algunas ONGs –con aparente honestidad– vienen convirtiendo territorios ancestrales (fuente diario de alimentación y herencia duradera) en futuros mosaicos para safaris de las culturas originarias y de investigación científica.

Las organizaciones indígenas de nivel local, regional e internacional (federaciones, ORPIO, AIDESEP y COICA) deben actuar como una sola estructura y prodigar con abundante liderazgo las mejores propuestas frente a las amenazas y problemas que aqueja el ejercicio pleno de los derechos colectivos y fundamentales. No haber actuado como un solo frente –muchas veces– dio lugar a la inoculación de ideas e intereses corrosivos. 

Los pueblos indígenas han hecho una profusa lectura sobre la racionalidad del Estado y las empresas que actúan en los territorios ancestrales. Las conclusiones pasan por la necesidad de salir del patio trasero y navegar por los ríos y quebradas tomando agua limpia, sembrando en tierra fértil, cosechando sueños de bienestar con identidad propia sin ser empujado por el viento que sopla el poder económico y político sino por la fuerza de la unidad y la fortaleza de los pueblos que han aprendido a orientarse respetando el estado de derecho.