El enfoque moderno de la
comunidad internacional, sin duda alguna, sobre la conservación sostenible de
la diversidad biológica en la amazonía no es posible sin el respeto de los
derechos colectivos y de los valores culturales de los pueblos indígenas que
coexisten con el bosque – decenas de millones de años– en una dualidad
histórica, abundante y dinámica. La tesis ha sido comprobada por la comunidad
académica y científica en el esfuerzo común de salvar el futuro climático de la
tierra.
El Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), plataforma científica de la Convención
Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), reconoce la eficacia de los conocimientos de
los pueblos indígenas y el ejercicio de la visión holística para arrostrar el
cambio climático a través de la práctica de la horticultura tradicional
rotativa – sustentable desde la mirada alimentaria y ecológica–, saneamiento
físico legal del territorio ancestral y la valoración adecuada de los
beneficios más allá del carbono, tal como como lo plantea AIDESEP en la
propuesta REDD Indígena Amazónico (RIA).
El Acuerdo
de Paris (2015), en el artículo 7,
respecto de la adaptación al cambio climático, afirma la necesidad de un
enfoque participativo, transparente, con perspectiva de género, basado en la
ciencia y en los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas y
sistemas de conocimiento locales. En relación a estos procesos globales el Perú
se ha comprometido a reducir hasta el 30% de emisiones de gases de efecto de
invernadero (GEI) al 2030. En consecuencia se están desarrollando proyectos
destinados a cumplir la meta en la amazonía peruana.
Los
párrafos anteriores dan cuenta de la relación y evolución de los compromisos de
los Estados de llevar adelante una agenda muy bien diseñada para retornar al
seno de un clima habitable, mediante la convivencia respetuosa –académica,
tecnológica, espiritual y política– con el bosque que constituye el único y
frágil hogar de los pueblos indígenas.
Frente
a este paradigma global de respeto de derechos, desprendimiento de capacidades
y búsqueda de sinergia para cumplir la meta de Paris es inconcebible que en el
Perú los pueblos indígenas amazónicos tengan que sufrir los golpes de una
prolongada indiferencia y actitud irrespetuosa del Estado: compromisos incumplidos
de remediación de los territorios contaminados por la actividad petrolera en la
zona del Tigre, Corrientes, Chambira y Marañón profundiza cada día más la
situación de extrema pobreza en las cuencas, debido a la ausencia de agua limpia para el
consumo y escasez de alimentos proveídos por los ríos, cochas y quebradas. La
entrega de concesiones forestales, petroleras y otros derechos privados sobre
territorios ancestrales en menoscabo del usufructo de sobrevivencia de los
pueblos indígenas y de los que viven en situación de aislamiento voluntario.
Recientemente, el proceso de
consulta de categorización de la Zona Reservada Yaguas ha puesto al descubierto
los hilos que mueven las extremidades del Sernanp (Organismo dependiente del Ministerio
del Ambiente del Perú). Actuando como marioneta y en complicidad con otros mecenas
del conservacionismo internacional fundamentalista –cuya ideología concibe a la
persona humana como un medio para lograr la protección prioritaria de los
bosques y las especies– han logrado adoptar acuerdos para el establecimiento de
un Parque Nacional sobre el territorio ancestral de los pueblos indígenas
Yagua, Huitoto, Bora y Ocaina que viven en la frontera con Colombia. Durante el
proceso de consulta una mujer indígena había manifestado –no sabía que
delataría la viveza criolla y demagogia encaminada– al auditorio que el Sernanp
y la ONG que lo auspicia en el terreno
habían ofrecido puestos de trabajo y electrificación de comunidades
involucrados en el proceso a cambio de apoyo de la propuesta de Parque
Nacional. En consecuencia, cuatro comunidades que hacen uso directo del territorio
ancestral plantearon una contrapropuesta para la creación de una Reserva
Comunal parcial con el objetivo de participar en la conservación de la
diversidad biológica y cultural y acabar con las actividades ilícitas de la
zona.
Indudablemente, la tragedia de la
Galería Nicolini que acabó con la vida de dos personas pobres del Perú es el
reflejo fiel de la conducta diaria del Estado, de los políticos y de los
gobiernos que se suceden sin tomar en cuenta los derechos de los más
vulnerables.