Thursday, February 01, 2007

…versus horas de hombres libres.

Desde el río Putumayo.

Las voces diacrónicas de los tiempos de lucha contra el flagelo del egocentrismo y la avidez del mismo ser humano ha sido siempre un péndulo generador de dioses, profetas, héroes, santos y poetas: nació entonces el Inti Raimi, Jesucristo, Humandi y Vallejo; cuyos pasos dejaron huellas conducentes al bien común y respeto a los derechos humanos. Después perpetuaron los mitos y leyendas, el evangelio y los heraldos negros.
El mismo ideal y esfuerzo proclamó la primera independencia de las naciones andinas y del Perú. Pero, aquella apertura a la libertad concebida por la fuerza y valentía tiñó de sangre la tierra, el mar y el cielo; y quedó enhiesta la Espada de Bolívar, la retórica de la integración y la extirpación de toda clase dominante. Entonces la búsqueda del bien común confluye desde una doble vía: paz y guerra.
Apologistas de la paz justifican las masacres humanas en oriente medio. Defensores de la guerra integran misiones de paz de las Naciones Unidas; pues, esta diatriba de convicciones y aforismos supone la desmembración de los habitantes y naciones de la tierra: refundación de repúblicas democráticas versus globalización del neoliberalismo.

En el Perú: liberalismo económico versus mirada conservadora de los defensores de los bosques. Estadísticas macroeconómicos sobre el desarrollo versus ensanchamiento de los márgenes de pobreza. Importación de petróleo versus exploración irresponsable en relación con el medio ambiente y las culturas autóctonas. Prebendas recibidas por el Estado versus enriquecimiento de las transnacionales. Cortinas de humo versus amarga esperanza del pueblo. Globalización versus capacidades técnicas y académicas emergentes. Identidad nacional versus emulación consumista. Mecanismos técnico-legales anticorrupción versus mentes corruptas.
Aquí, en mi digna patria, cada dia se expande, desde el alma, cuotas de fuego sobre la faz de la codicia. Y las luchas por el encuentro de la libertad contienen alegría surgidas desde la selva y sus bondades dinámicas: como la construcción de un nacionalismo indígena sostenido en el sueño de controlar su patrimonio como única opción de vida continuada.

Aquellas sentencias doctrinarias que exalta la correlación de fuerzas como el derecho del más fuerte y la fuerza infinita del bien son eminentemente inmutables. Por un lado, representa el referente del poder de las naciones agrupadas en el G8; por otro lado, instituye las bases de la mirada prospectiva del hombre pobre o empobrecido. Sin embargo, hay algo que se transforma cada dia: el pensamiento, la legislación y las teorías.
Pues, en este proceso dinámico hay la certeza de una confluencia feliz para los pueblos maltratados y otra muy oscura para los opresores. Esta última retirada corresponde a la imposibilidad del método científico ante la transición histórica-congénita de una época a otra.

Aquí en el margen derecho del río Putumayo hay huellas vivas que devienen de la siniestra época del caucho, hace más de cien años: una frontera colombiana que antes fuera tierra peruana; fragmentación de las culturas autóctonas; mentes abolidas de confianza ante el Estado; efervescente nacionalismo y perseverancia en el camino de la vida.

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