Desde el putumayo:
Verso al bosque.
Bosque enfrutecido y frágil,
majestuoso soplo de Dios;
fuente irreemplazable del pan de cada día,
único hogar de las especies terrenales;
¿pudieras responder el agravio que te hacen?
Tal vez, sea esta tu respuesta:
No soy Dios,
no soy hombre,
no soy devastador huracán.
Soy, corpúsculo de agua,
de nieve, de aroma,
de cielo, de polvo.
Bosque deslucido y erguido junto al horizonte,
patrimonio atractivo del hombre;
infecundo,
hostil;
¿pudieras pedir filantropía?
Tal vez, sea esta tu respuesta:
Amor y verdadera razón, suplico:
Una espléndida flor en cada mano es
una vida en cada ceniza;
una gota de agua pura es
la semilla de cada sonrisa.
Bosque divino y majestuoso,
Virgen y recóndito:
Envuelva tus manantiales;
esconde tus lianas doradas.
Y para reducir tanta intriga
otorga la jerarquía
a la más pequeña hormiga.
Bosque y providencia de altas esperanzas;
mediante el aurora o alguna señal:
enséñanos tu savia,
tus cantos,
tus gritos.
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