Friday, November 26, 2010

Un nuevo orden,
para un nuevo mundo.

Si los pueblos y comunidades afectados por las actividades extractivistas en el mundo tuvieran que adoptar decisiones sobre el uso y conservación de los recursos naturales no hubieran, en curso, tantas estupideces e hipocresías inherentes a la conducta de los Estados y de corporaciones económicas transnacionales. Pues, muy claro está, el mundo se encuentra empecinado abruptamente en el sabroso caldo del comercio rentable; en esencia, no hay actividad económica y tecnológica que logre llevarse exitosamente sin haber usado algún género de la naturaleza (metales, aire, sol, agua, tierra, vegetación, recursos genéticos y otras especies). Sin la transacción de los productos derivados de la naturaleza no hubiera entidades financieras ni bolsas de valores, expediciones espaciales ni tecnología médica, comunicación inalámbrica ni mega infraestructuras, energía ni alimentación, catástrofes ambientales ni guerras.
Los pueblos y comunidades afectadas gravemente por la contaminación de la naturaleza lograron comprender la importancia y necesidad de implementar un nuevo orden económico y político que permita el desenvolvimiento pleno y fraterno de la vida humana. De tal forma que la naturaleza logre recuperarse de sus vitales componentes desgarrados por sus ‘inteligentes’ habitantes durante miles de años. Teniendo en cuenta que los viejos continentes eminentemente industrializados habrían mostrado al mundo un modelo exquisito de réplica que involucra las pasiones y referentes de los países denominados ‘emergentes’; entonces, desde el mas grande hasta el mas pequeño corren incansables por el mismo camino en la búsqueda del mismo objetivo: “el desarrollo sostenido”. Cuyos pasos fueron capaces de hundir nuestros propios sueños de bienestar duradero; y la incontenible avidez y las obsesiones dañinas lograron convertirse en genes progresivos que no encontrará obstáculo sino en nuestras propias y oportunas decisiones.
Estos tiempos de crisis global respecto al medio ambiente se necesita con urgencia el inicio de una revolución económica y política, principalmente. Una variedad de renacimiento de una ‘ilustración’ contemporánea que tenga el soporte intelectual y de probidad suficiente de líderes sociales, conspicuos pensadores y científicos de todo el mundo; cuya consigna habría ascendido desde la divergencia de la política económica ambientalmente aniquilador, monopolizador y hegemónico; que rige la vida actual del planeta. De ninguna manera habría de sucumbir un logro histórico por ausencia de una sólida base social, moral, intelectual y científica; así, se diera apertura a una época que podría cambiar nuestra historia a partir del reencuentro del único camino que algún día nos enseñó los profetas, los evangelios, ilustrados y sabios. Estoy seguro que un movimiento por una causa común y universal tendría la aprobación de las verdaderas confesiones religiosas, gobernantes, medios de comunicación, líderes y hombres de ciencia; y los pueblos se habrían movilizado por diversos itinerarios con el único propósito de defender el bienestar de la humanidad.
Entonces, los países que siempre recriminaron la reducción de las emisiones de dióxido de carbono, los del G7 y sus discípulos, no tuvieran motivos para elevar la producción de sus industrias sino encontrar el equilibrio con la demanda social incoada. Los pueblos del mundo sujetos a la generación de un nuevo orden adoptarían una prolongada abstinencia respecto al consumo de bienes y servicios hasta el mínimo necesario para una vida sin lujos, vanidad y otros risiblemente superfluos. Los intereses de conllevan a las guerras lograran experimentar su descenso.
Los países pobres como el Perú deberán adoptar una política económica neo social u otro equivalente que sea propuesto por nosotros mismos en virtud de lograr nuestra identidad ideológica y científica para conservar y defender la naturaleza como una única fuente frágil de vida. La educación universitaria del Perú dejará de formar tecnócratas apasionados al mundo industrial y económico de Europa y Norteamérica; mas tarde fueron nuestros gobernantes sumisos, románticos, plagiarios de las prácticas de una sociedad antigua que fue incriminado por “intento de suicidio de la especie humana”. Las cifras y situación caótica de las sociedades ha sido dado cuenta por el Programa para el Desarrollo de Naciones Unidad (PNUD); (ver informes).
En este sentido, el científico y ecologista James Lovelock menciona “Los seres humanos son demasiados estúpidos para prevenir el cambio climático. La democracia moderna constituye uno de los principales obstáculos para llevar acabo una acción política significativa contra el cambio climático; en efecto, la democracia debe ser suspendida durante algún tiempo, dado una situación grave que se aproxima a la de una gran guerra”.
Los pueblos amazónicos son los más afectados y debemos ser los pioneros y parte activo del proceso de instauración de un nuevo orden que ya empezó y se encuentra diseminándose por los caminos de la tierra en honor y memoria a la inteligencia de nuestros antepasados que amaron la naturaleza con profunda devoción. El siglo XXI añora una nueva luz para un nuevo tiempo.

http://irapay.blogspot.com

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