Los pueblos indígenas en
aislamiento que ocupan territorios en la cabecera de cuenca y sub cuenca de los
ríos Tigre, Yavarí, Napo y Tapiche en Loreto, conservan la mayor riqueza
cultural primigenia debido al exiguo alcance de la sociedad mayoritaria. A
diferencia de los pueblos indígenas integrados o contactados que han sido impelidos
hacia la adopción de la lógica y noción liberal clásica, ellos reproducen saberes
incólumes transferidos en procesos normales y concebidos en la praxis
permanente, cuya coexistencia con el bosque constituye el único medio de subsistencia
saludable y garantiza su prominente permanencia cultural.
El dominio de los saberes
relacionados con la medicina tradicional, la dinámica de los niveles tróficos
en las cuencas y el uso demostrado de capacidades extraordinarias e
ininteligibles para toda racionalidad común, deberán ratificarse como razones
importantes en la búsqueda de la protección efectiva de los pueblos indígenas
en aislamiento, mediante la creación de Reservas Territoriales que vienen
siendo gestionado, ante el Estado peruano, por ORPIO y AIDESEP; en virtud de la
Ley 28736 “Ley para la protección de Pueblos Indígena u Originarios en
Situación de Aislamiento y Contacto Inicial”.
Las propiedades de la plantas
medicinales de la amazonía peruana clasificados por la farmacopea científica es
muy poco en relación al vasto conocimiento que manejan los sabedores
ancestrales conocidos y aún más abundante es el legado curativo de los pueblos
en aislamiento. El eslabón no encontrado en el proceso de composición, combinación
y modos de preparación de medicamentos tradicionales impide encontrar recetas
efectivas para el tratamiento de enfermedades incurables y debilita la
asistencia de la salud comunitaria con la prescindencia de productos de botica.
Sin la abstracción de los saberes inherentes de los pueblos en aislamiento y la
planificación de una recopilación rigurosa al momento que decidan formar parte
de nuestra sociedad, encontraríamos un conjunto de posibilidades necesarias
para la evolución confiable y eficaz de la ciencia médica.
Los pueblos indígenas en
aislamiento forman parte itinerante de las cadenas tróficas de las cuencas
escenario de un sigiloso y prolongado desplazamiento entre distintos tipos de
comunidades biológicas, durante tiempos inmemorables. Pues, mantienen vivo la relación
de parentesco, resultante de visitas periódicas, con grupos aislados que
habitan la selva del Brasil y Ecuador. Esta legendaria rutina habría permitido conocer
conductas cronológicas que atañe a los procesos de alimentación y
disponibilidad de las especies. Según testimonios de cazadores, habían
encontrado recientes caminos furtivos de pueblos indígenas en aislamiento con
la imposibilidad de cuantificar la cantidad de sus integrantes, todos pisan en
un solo lugar que imprime la aparente huella de una sola persona. Estuvieron
tan cerca que los cazadores oyeron imitaciones de silbidos de gavilán y rugidos
de tigre, emitidos con estridencia para ahuyentar a los intrusos. Por la agilidad y cohesión de la nómade
población se presume que son minoritarios, sin ningún miembro senil.
Las capacidades extraordinarias de
estos pueblos fueron afirmadas por madereros ilegales que actúan en la cuenca
del Curaray y Arabela. En lugares y tiempos diferentes tuvieron infortunadas
experiencias que describen como un súbito temporal con nubes cargadas que
oscilaban cerca de los árboles, cubriendo el sol radiante para oscurecer
focalmente el lugar que habían ocupado, mientras se protegían de la lluvia,
cayó un rayo que afectó seriamente las funciones auditivas de los ocupantes y
dejó la atmósfera con olor a pólvora. Fuertemente atemorizados y con el pulso
exaltado huyeron sin mirar atrás.
Después de cinco minutos de veloz retirada se dieron cuenta que el clima del
nuevo lugar estaba apacible y el haz del sol entraban vigorosamente a través de
resquicios de la floresta.
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