Las calles de la ciudad de
Iquitos se han convertido en crueles y macabras grietas. Resonancias de
funestos cortejos y lapidarios testimonios dan cuenta del padecimiento y dolor
de las familias que perdieron a sus seres amados. Es inconcebible que un proyecto de saneamiento tenga que
girar hacia el caos y la muerte, nunca antes una asociación trágica puso en
zozobra la convivencia urbana, nunca antes la vida humana quedó subestimada y despreciada
por los fastos tortuosos que pulula en la región Loreto. Si los caballos de los
conquistadores españoles lograron asustar a los guerreros del imperio incaico y
el rescate de Atahualpa culminó en perjurio, conspiración y ejecución,
entonces, la irresponsabilidad y desinterés social de los empresarios chinos
–aun activos en la cuestionada e inacabable obra del alcantarillado–, demostró
la vigencia del atavismo colonial en la idiosincrasia loretana. Las autoridades
políticas abrieron la puerta de la ciudad a los caballeros del bodrio y
prebendas, las organizaciones representativas se han amilanado por intereses
ilegítimos –el Frente Patriótico de Loreto y sus bases han sido sobornadas–. El
pueblo casi yerta por el clima del esfuerzo diario de la subsistencia y
convencido por los medios de comunicación masiva, no ha vuelvo a ver una vez
más el camino despejado.
La delincuencia común y
organizada incrementó sus fatales atracos en el momento álgido de ingobernabilidad
que involucra la gestión de los gobiernos locales –San Juan, Punchana y Belén–,
provincial y regional. La estrategia de los delincuentes se basó en el
aprovechamiento de la inestabilidad política y funcional de los organismos
públicos expresado a través de la impunidad de las personas acusados de
corrupción, explotación sexual de menores y la predilecta protección que
reciben los empresarios chinos ante las denuncias de obreros y vecinos
afectados. La delincuencia y la basura esparcidas en la ciudad de Iquitos es un
irrebatible indicio de la crisis institucional y moral que inhibe la visión de
nuestras autoridades. Los delincuentes comunes y organizados miran a la ciudad
en un espejo real donde se ve nítidamente los millonarios negociados de la
hacienda pública y –en respuesta de la codicia semejante y propia de pillos,
criminales y timadores–, decidieron sacar provecho del terreno licencioso,
revuelto y desprotegido: un lugar en la selva rodeado de agua donde se sospecha
que el debilitamiento de los sistemas de vigilancia ciudadana y de inteligencia
son tendenciosas y responden a un posible blindaje de pactos oscuros en agravio
de los derechos fundamentales.
Es increíble que la Policía
Nacional y las instituciones correspondientes no puedan encontrar la forma de proteger
a los ciudadanos durante un largo periodo de tiempo. Mientras tanto los asaltos
a mano armada, extorsiones y robos de viviendas y negocios se han vuelto demasiado frecuentes y casi perfectos.
Si delincuente es aquel de delinque (quebranta la ley), entonces, Iquitos está
desbordado de aquellos, se infiere entonces complicidad y la existencia de una cofradía
embustera. Podrán calificarme de ecléctico, entonces, trataré de presentar las
recomendaciones de algunos vecinos respecto de la seguridad ciudadana en
Iquitos:
- La delincuencia es una secuela. Entonces, las
autoridades públicas deben dar ejemplo de comunicaciónhonesta, transparencia,
justicia e inclusión, invertir en educación en las familias más pobres de la
Región.
- La Policía Nacional debe desarrollar un
eficiente canal de comunicación con los vecinos a fin de recibir y brindar
información necesaria en un marco de alianza necesaria. De este proceso podría
salir un brazo de seguridad vecinal para proteger a los ciudadanos en lugares
críticos.
- Articular con mayor personal y equipamiento la
Seguridad Ciudadana de los gobiernos locales con los efectivos de la Policía
Nacional. Un brazo de apoyo podría ser ejecutado por agentes civiles que se
desplazarían las 24 horas.
- Establecer límites al expendio de bebidas
alcohólicas. La cultura de diversión desenfrenada de los loretanos es caldo y
presa de la delincuencia.
- Registrar cada vehículo motorizado y a sus conductores,
autorizar a los conductores por cada vehículo. Alguien no autorizado no podría
conducir un vehículo que no le ha sido asignado. Esta medida ayudará descubrir
la identidad de los implicados y actuaría como un disuasorio importante.
- Crear un sistema de contra inteligencia, para
monitorear y vigilar las acciones oficiales de seguridad ciudadana.
Iquitos vive un grave problema y
no es tiempo de vacilar. Es tiempo de movilizar capacidades ante el crepúsculo
de la paz social, familiar y personal. Es hora de confrontar la estupidez y la
agonía de los valores mediante el ejemplo y práctica diaria. La pobreza no
puede complicarse con el castigo de la delincuencia. La delincuencia penetró en
lo más íntimo y profundo, que en muy corto tiempo, ahuyentará inversiones y
reducirá el impulso del turismo.
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