La sociedad loretana sufre una
progresiva fractura ideológica y ética. La presencia de petróleo en su calidad
de riqueza de mayor demanda en el mundo no ha brindado bienestar diseminada
adecuadamente en la población. Los ´bosquesinos´ han sido más afectados por los
daños que la actividad petrolera causó en las fuentes naturales de vida y en la
forma de concebir el progreso. Los habitantes urbanos supeditados a las
políticas públicas y de orden global sufrieron el oscurantismo de la
transparencia desleal y de la manipulación de la verdad en agravio del discernimiento
que para la vigencia de una civilidad digna hubieran evitado. Los ´bosquesinos´
no estaban, quizá actualmente impelido por la movilización social y la
coherencia de propuestas afines, estarían considerados en la retrógrada forma
de distribuir la renta petrolera. En el principio no había perspectiva de contingencia
frente a una actividad que elevó la esperanza de toda una nación, la sociedad
urbana había avizorado mayores oportunidades que por derecho de vecindad con
los políticos hubieran obtenido. Los ´bosquesinos´ abrieron la puerta de su
legendaria y frágil despensa sin haber comprendido ni estimado los problemas
conexos a cualquier actividad que prescinde de la responsabilidad, observación y
respeto. Han transcurrido muchos años para que por sí misma la actividad
petrolera mal conducida manifieste su verdadera sombra, y la sociedad loretana
ni se dio cuenta que tiene como legado una brecha casi irreconciliable entre la
aquiescencia y la consulta previa, la transitoriedad y la sostenibilidad.
No podemos abstraer una realidad
que nació de una pérfida historia, no habíamos tomado en cuenta la excepción
del desencuentro y la voluptuosidad. Pues, la sociedad ´bosquesina´ y la
sociedad urbana están divididas hasta los tuétanos. Más de la mitad de la
población bosquesina está de acuerdo con el avance de la actividad petrolera
sobre los bosques de cuyas bondades dependen para vivir sin mayores carencias, dicen
que no hay en el tablero otra alternativa que jugar al sacrificio de la pieza
más valiosa: el bosque, a cambio de una sonrisa que podría contribuir con el
esperado camino hacia la satisfacción de necesidades que únicamente el dinero
puede resolver: el acceso a la educación superior y el tratamiento de graves
enfermedades. Obviamente que la postura confronta los demonios del “capitalismo
salvaje” y, a la vez, se convierte en la
piedra angular que dará soporte a la industria energética, liberado y sin fecha
de expiración. Los jóvenes bosquesinos, muchos de ellos han logrado concluir
estudios superiores con el apoyo de las empresas petroleras, abrazan ideas “progresistas”
y sueños que se han de amanecer con el desempeño de su profesión –empleo que
recibirá de alguna empresa o institución pública cuya pervivencia depende
directa o indirectamente de la renta petrolera–, y la cadena se hace más largo
cuando otros jóvenes también buscan el “progreso”. Los ejemplos que pudiera dar
son incuestionables en las jurisdicciones de los ríos Corrientes, Napo,
Curaray, Pastaza, Marañón, Tigre y otros.
La sociedad urbana también está
dividida. Podría yo estimar según el contexto que un 70% de la población urbana
no rechaza la actividad petrolera en Loreto. Están de acuerdo los habitantes
que están vinculados y relacionados con la empresa petrolera y con la
empleocracia del Estado –los empleados públicos que son activistas ambientales han
logrado estabilidad laboral que actúa como escudo ante inevitables represalias
y los temores se alimentan de los escarmientos–, asimismo, los operadores de la
economía de mercado de la Región Loreto garantizan la inversión privada en
virtud de sus ganancias. La tendencia política – ideológica juega, con reticencia,
en favor o en contra.
Sin embargo, la sociedad loretana
dividida y subdividida está muy enterada de los costos y beneficios que trae
consigo la actividad petrolera que no desecha su intención de ahorrar tretas y
gastos de operación en agravio del medio ambiente, la biodiversidad y la salud
de la persona humana. Pero, nadie está dispuesto a convertirse en héroe en una
época donde la pobreza prolongada y asfixiante no se ha reducido, nadie
sacrifica su costo de oportunidad sino cuando es autónomo o depende de alguna institución
supranacional independiente.
Corresponde entonces construir
una fuerza de equilibrio basado en tres dimensiones: 1. Entre los mismos
bosquesinos, 2. Entre los mismos habitantes urbanos y 3. Entre bosquesinos y habitantes
urbanos. Cada núcleo debe tener la capacidad de evitar la metástasis de los
males históricos y presentes de las empresas petroleras. Cada uno debe actuar
teniendo en cuenta la razón del bienestar duradero y los errores cometidos por
la emoción y la conveniencia. Vamos por el diálogo vigilado, vinculante,
tolerante, amplio y responsable. La división favorece siempre a los grandes
intereses.
No comments:
Post a Comment