Wednesday, October 02, 2013

Petróleo, fisura nuestra sociedad.

La sociedad loretana sufre una progresiva fractura ideológica y ética. La presencia de petróleo en su calidad de riqueza de mayor demanda en el mundo no ha brindado bienestar diseminada adecuadamente en la población. Los ´bosquesinos´ han sido más afectados por los daños que la actividad petrolera causó en las fuentes naturales de vida y en la forma de concebir el progreso. Los habitantes urbanos supeditados a las políticas públicas y de orden global sufrieron el oscurantismo de la transparencia desleal y de la manipulación de la verdad en agravio del discernimiento que para la vigencia de una civilidad digna hubieran evitado. Los ´bosquesinos´ no estaban, quizá actualmente impelido por la movilización social y la coherencia de propuestas afines, estarían considerados en la retrógrada forma de distribuir la renta petrolera. En el principio no había perspectiva de contingencia frente a una actividad que elevó la esperanza de toda una nación, la sociedad urbana había avizorado mayores oportunidades que por derecho de vecindad con los políticos hubieran obtenido. Los ´bosquesinos´ abrieron la puerta de su legendaria y frágil despensa sin haber comprendido ni estimado los problemas conexos a cualquier actividad que prescinde de la responsabilidad, observación y respeto. Han transcurrido muchos años para que por sí misma la actividad petrolera mal conducida manifieste su verdadera sombra, y la sociedad loretana ni se dio cuenta que tiene como legado una brecha casi irreconciliable entre la aquiescencia y la consulta previa, la transitoriedad y la sostenibilidad.

No podemos abstraer una realidad que nació de una pérfida historia, no habíamos tomado en cuenta la excepción del desencuentro y la voluptuosidad. Pues, la sociedad ´bosquesina´ y la sociedad urbana están divididas hasta los tuétanos. Más de la mitad de la población bosquesina está de acuerdo con el avance de la actividad petrolera sobre los bosques de cuyas bondades dependen para vivir sin mayores carencias, dicen que no hay en el tablero otra alternativa que jugar al sacrificio de la pieza más valiosa: el bosque, a cambio de una sonrisa que podría contribuir con el esperado camino hacia la satisfacción de necesidades que únicamente el dinero puede resolver: el acceso a la educación superior y el tratamiento de graves enfermedades. Obviamente que la postura confronta los demonios del “capitalismo salvaje” y, a la vez,  se convierte en la piedra angular que dará soporte a la industria energética, liberado y sin fecha de expiración. Los jóvenes bosquesinos, muchos de ellos han logrado concluir estudios superiores con el apoyo de las empresas petroleras, abrazan ideas “progresistas” y sueños que se han de amanecer con el desempeño de su profesión –empleo que recibirá de alguna empresa o institución pública cuya pervivencia depende directa o indirectamente de la renta petrolera–, y la cadena se hace más largo cuando otros jóvenes también buscan el “progreso”. Los ejemplos que pudiera dar son incuestionables en las jurisdicciones de los ríos Corrientes, Napo, Curaray, Pastaza, Marañón, Tigre y otros.

La sociedad urbana también está dividida. Podría yo estimar según el contexto que un 70% de la población urbana no rechaza la actividad petrolera en Loreto. Están de acuerdo los habitantes que están vinculados y relacionados con la empresa petrolera y con la empleocracia del Estado –los empleados públicos que son activistas ambientales han logrado estabilidad laboral que actúa como escudo ante inevitables represalias y los temores se alimentan de los escarmientos–, asimismo, los operadores de la economía de mercado de la Región Loreto garantizan la inversión privada en virtud de sus ganancias. La tendencia política – ideológica juega, con reticencia, en favor o en contra.

Sin embargo, la sociedad loretana dividida y subdividida está muy enterada de los costos y beneficios que trae consigo la actividad petrolera que no desecha su intención de ahorrar tretas y gastos de operación en agravio del medio ambiente, la biodiversidad y la salud de la persona humana. Pero, nadie está dispuesto a convertirse en héroe en una época donde la pobreza prolongada y asfixiante no se ha reducido, nadie sacrifica su costo de oportunidad sino cuando es autónomo o depende de alguna institución supranacional independiente.


Corresponde entonces construir una fuerza de equilibrio basado en tres dimensiones: 1. Entre los mismos bosquesinos, 2. Entre los mismos habitantes urbanos y 3. Entre bosquesinos y habitantes urbanos. Cada núcleo debe tener la capacidad de evitar la metástasis de los males históricos y presentes de las empresas petroleras. Cada uno debe actuar teniendo en cuenta la razón del bienestar duradero y los errores cometidos por la emoción y la conveniencia. Vamos por el diálogo vigilado, vinculante, tolerante, amplio y responsable. La división favorece siempre a los grandes intereses.

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