Wednesday, March 05, 2014

Pueblos indígenas amazónicos: 50 años más tarde.


“Cuando era gusano comía finos tallos, ahora que soy chicharra canto feliz en mi último verano” – (Metáfora existencial del pueblo Huitoto).

Hace más de 15 años (1997), aproximadamente, en la primigenia Organización Regional AIDESEP Iquitos (organización base de AIDESEP, hoy denominado Organización Regional de los pueblos Indígenas del Oriente – ORPIO), tuve la temprana experiencia de participar en un importante congreso donde se trabajó profusamente durante una jornada de cinco días dedicados a la construcción del “Plan de Vida al 2012” de esta importante organización que agrupa a pueblos indígenas de la amazonía noreste del Perú. Desde entonces la visión se ha mantenido conservando su esencia basada en una riquísima expresión en tiempo presente: “Pueblos indígenas consolidados y desarrollados, gobernando con autonomía”.


Al finalizar el periodo de la visión (2012), en la evaluación estoy seguro ha sido aprobado los resultados relacionados con la principal línea de acción referida a la “Reivindicación de la integridad territorial y su permanencia en el tiempo” –AIDESEP actualmente sostiene que 13 788 953 hectáreas han sido  tituladas a favor de los pueblos indígenas de su jurisdicción y la gestión de 2 799 901 hectáreas de cinco reservas territoriales a favor de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario– y hubiera demostrado signos de insatisfacción en la valoración de las otras líneas de acción que tienen que ver con el “ejercicio pleno de la vida espiritual y valores propios”, “ejercicio del autogobierno indígena” y “promoción de la identidad, cultura y desarrollo humano”. El balance de una primera etapa del “Plan de Vida” de los pueblos indígenas del noreste del Perú ratificó la importancia de garantizar la integridad territorial libre de amenazas y con aptitud no solamente agrícola sino de la totalidad de sus bondades, capaz de brindar las bases necesarias sobre la cual se ha de erguir comunidades sostenibles con cultura originaria, progresiva y cuidadosamente complementada con la técnica y la ciencia más idónea de la cultura occidental. También, puso al descubierto una forma lenta pero creciente de mudanza hacia diversas formas alegres de adopción de hábitos de otras latitudes sociales que sincretizan en un núcleo donde la célula indígena no tiene posibilidades de generar “vida plena o buen vivir” en su dimensión más propia. Por ejemplo, el pensamiento y los valores del individuo indígena contienen elementos muy predominantes que provienen de la educación adquirida –la educación básica y superior en el Perú está orientado a fortalecer las demandas de los mercados que sustenta la continuidad de una civilización desenfrenada, extractivista y consumista– y en el camino de la vida (en el relacionamiento con las teorías de las políticas públicas, ambientales, económicas, antropológicas, normativas, culinarias, religiosas, domésticas y otros) han ido profundizándose.  

En la Chorrera – Colombia se dice y se hace siguiendo, por ejemplo, la forma cómo se elabora un canasto, que implica la práctica de empezar siempre desde abajo hacia arriba. El tejido en sí mismo explicita el uso de un conocimiento generacional que se va realizando mediante la unión estética y uniforme de tiras hasta lograr la hechura de un recipiente, evidencia la inevitable construcción y reconstrucción diaria de la vida donde uno depende del otro (hombre – naturaleza) y para luego llevarla sobre la espalda cargado de cosechas. La metamorfosis de un gusano hasta convertirse en mariposa o en la chicharra (de la metáfora existencial Huitoto) que representa la culminación feliz de un proceso y la pervivencia de la especie. Hay muchas lecciones que la misma naturaleza proporciona recíprocamente al hombre amazónico mediante la dinámica de sus procesos vitales (animal y vegetal); empero, la percepción es muy débil y casi nula cuando nuestros sentidos sensoriales, la conciencia y la razón se hubieran divorciado de una dualidad ancestral que hizo posible mantener casi completa la belleza y esplendor del bosque y el aprecio de su fragilidad.

El territorio de la amazonía peruana está zonificado económicamente para satisfacer la demanda del empresariado nacional e internacional, y la visión del Estado no hace abstracción de ninguna fuente de riqueza y reubica otros intereses menores a sitiales de postergación. Los territorios ocupados por los pueblos indígenas constituyen para el Estado un gran desafío en su política de intervención.  

Bueno, con los datos históricos y la breve observación del valioso y vital ejemplo que brinda la función de la naturaleza tomaré la libertad de inferir y esbozar el futuro de los pueblos indígenas amazónicos hasta el 2047 (50 años desde 1997, año en la que se hizo el primer Plan de Vida de los pueblos indígenas amazónicos del noreste del Perú), en el siguiente orden: 1. Cada pueblo indígena gobernará su territorio (sin estatus de autonomía formal) y se relacionará con el Estado y el empresariado con mayor fluidez en base a la consulta previa y consentimiento. 2. Los líderes indígenas promoverán y llevarán a cabo proyectos de “desarrollo sostenible” integral con el auspicio de entidades financieras multilaterales. 3. El proceso generacional de transferencia de conocimientos ancestrales estará llegando a su fin y la práctica revitalizadora aumentará en dimensión y recurso. 4. Habrá un partido político construido y dirigido sobre la base de un nacionalismo étnico, pero sintonizado con la partitura del orden democrático global. 5. Se priorizará y se llevará adelante iniciativas de formación profesional en ciencia y tecnología.


Lo que podemos hacer ahora puede cambiar los resultados esperados. 

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