El Estado peruano arrastra la
misma actitud cerril y de indiferencia que han practicado sucesivamente los
gobiernos de la república en agravio y despojo de los derechos colectivos y
fundamentales de los pueblos indígenas amazónicos. Así lo demuestra la historia
que atañe a la tenencia de tierra, Educación Intercultural Bilingüe - EIB,
salud intercultural y uso de recursos naturales. Medidas políticas,
administrativas y legislativas promovidas por el Estado, al respecto, han sido
gestionadas sin la consideración y respeto de las costumbres, derechos humanos,
instituciones propias y del derecho consuetudinario.
La tenaz obstinación del Estado
manifiesto en la búsqueda de riqueza a expensas del dolor y la pobreza de los
pueblos indígenas ha estado asociado siempre con una doble actitud. Por un lado
se ha llevado adelante la titulación de tierras comunales, la promoción de la
EIB, leyes para la inversión amigable con el medio ambiente y la adopción del
Convenio 169 de la OIT (1989). Por otro lado el territorio ancestral –de frondosa
aptitud proveedora de bienestar material e inmaterial, concebido como el único
y más valioso legado vivo intrínsecamente relacionado con la sobrevivencia y la
profusa continuidad de las culturas milenarias– ha sido fraccionado en
“mosaicos” controlado por diversas competencias oficiales y que constituyen parapetos
de las libertades, discontinuidad de la dinámica social propia de las
civilizaciones autóctonas o límite del horizonte del buen vivir.
En las últimas cuatro décadas se
han puesto en funcionamiento importantes iniciativas en el país sobre educación
bilingüe, con deficiente y denotado desinterés del Estado peruano. En el año
2002 nace la Ley para la Educación Intercultural Bilingüe y desde entonces el
marco legal al respecto ha sido abundante. Por otro lado, el esfuerzo del
Estado ha sido visible pero embrionario –estudios independientes lo han puesto
al descubierto y Defensoría del Pueblo lo ha corroborado en el Informe 152
(2011) y en el Informe 163 (2012 -2013) los avances y desafíos han sido
insignificantes frente a los problemas generados por la exclusión y por las
“graves brechas” pendientes de reducción. El último Informe Defensorial dice
que el 46% de niños, niñas y adolescentes indígenas no recibe cobertura en su
lengua originaria y exige la construcción de un marco curricular nacional con
enfoque intercultural y bilingüe. A pesar que es importante cubrir la real
demanda de 20 mil maestros bilingües, diseñar un currículo diversificado y
acorde con las necesidades lingüísticas y culturales y de asignación de
presupuesto, hasta la fecha, no se ha tomado en cuenta – con denuedo– la
encomiable experiencia del Programa de Maestros Bilingües que durante 26 años
logró construir una propuesta EIB basado en el arraigo cultural de cada pueblo
indígena y en la mirada responsable hacia un futuro exigente de calidad
educativa y liderazgo.
Sobre la situación de la Salud
intercultural de los pueblos indígenas amazónicos, el reciente Informe
Defensorial N° 169 (presentado hace dos semanas en Iquitos) puso en evidencia
el retraso o inamovilidad funcional de la “política pública de atención del
derecho a la salud intercultural de los pueblos indígenas en marco de la
reforma de la salud. En efecto, en el Informe se recomienda principalmente el
incremento del presupuesto anual del sector salud a efectos de mejorar los
servicios de salud para los pueblos indígenas, así como la incorporación en los
protocolos de atención de salud el enfoque intercultural. Prueba de la gestión
anquilosada del sector salud y de la falta de coordinación con otras instancias
públicas y privadas, la vida de la niñez y adolescentes del pueblo Matsés
(frontera con Brasil) se está volviendo insostenible. No pueden recibir
adecuada y oportunamente atención médica ante el aumento actual de casos de
hepatitis B y malaria.
El uso de los bienes naturales de
la amazonía peruana ha sido blanco de una ilimitada práctica codiciosa y
perniciosa del dogma del capitalismo global. La explotación del caucho y del
petróleo en la amazonía revela y cerciora la existencia del pico más alto de
atropello del valor de los bienes naturales y la vida humana ha sido concebida
como un medio de producción. El atavismo de la crueldad como medio de
acumulación de riqueza jamás ha sido estrangulado por los gobiernos siquiera en
honor a los santos evangelios de cuya fe se ufanan aleccionarse. La actividad
petrolera en Corrientes, Tigre, Marañón, Chambira, Pastaza y Curaray representa
la fuente de la insaciable corrupción que puso de rodillas a la moral ortodoxa
y tradicional de Loreto y ha difuminado el esplendor del ejemplo. Hoy el mal
que se engendró en los últimos 40 años está haciendo metástasis y se ha
inoculado en el vientre de una generación.
Pues esta vez no hablaré de los
daños que ha causado la actividad petrolera porque sé que está en el alma y en
la retina de la mayoría de peruanos. Por otro lado, el gobierno actual procura
llevar adelante la consulta previa y procesos de diálogo en zonas sacudidas por la protesta social, en virtud del Convenio 169 mediante una
fementida “buena fe”, Si en el momento correcto escarmienta podría evitar la
ruptura hacia adentro de los acuerdos suscritos por el Estado con los legítimos
representantes de las comunidades afectadas por la actividad petrolera. La ley
30230 y el proyecto de Ley 3941 confirman aún con más fuerza la teoría de que a
los pueblos indígenas pretenden convertirlo en un gueto humillante.
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