Según la Dirección de Supervisión
de la OEFA –en el último lustro– han ocurrido más de 20 derrames de crudo en la
amazonía peruana. Los derrames –según el escrutinio basado en la experiencia
cotidiana de la población indígena afectada– han sido originados por la ruptura
del longevo Oleoducto Norperuano que padeció en su estructura los graves
impactos de la obsolescencia y falta de mantenimiento durante y después del
esplendor de la actividad petrolera (45 años). El Oleoducto Norperuano ha sido
usado con la avidez de la riqueza desbordante y fácil. Ni siquiera en
compensación por los caudales amasados el Oleoducto había recibido los cuidados
necesarios que podría haber evitado la imperante catástrofe ambiental y social
que ha golpeado con dureza la vida integral de la población indígena
circundante. Cuya secuela ha sobrepasado el umbral del sufrimiento humano y desconcertado
el futuro del control de los derrames en retahíla.
Petroperú –responsable del
Oleoducto Norperuano– ha intentado desvergonzadamente hacerse a un lado –una
vez más– sobre el origen del derrame de crudo de Chiriaco y Cashacaño. La dimensión
de los derrames, la oportuna denuncia de las autoridades locales que tuvo
resonancia en la prensa internacional y la enfática postura del Ministerio del
Ambiente han torcido la legendaria falacia de Petroperú. En consecuencia, OEFA
desempeñó sus funciones y exigió a Petroperú el mantenimiento del Oleoducto
Norperuano en forma “efectiva, inmediata e integral”.
Los derrames –causado por el
debilitamiento y ruptura del Oleoducto Norperuano– más letales que sobresalen
en la línea de tiempo de la contaminación de la amazonía peruana se han dado en
Cuninico (20 junio 2014) 1600 barriles, San Pedro (16 noviembre 2014) 7800
barriles, Chiriaco (25 enero 2016) 2000 barriles, Cashacaño (5 de febrero 2016)
1000 barriles. Otros incontables derrames que no han sido denunciados por las
autoridades de las comunidades indígenas –por no haber podido recabar pruebas
en el lugar de los hechos muchas veces parapetados por las empresas petroleras–
no forman parte de ningún registro oficial y con lamentable despreocupación han
sido ignoradas por las autoridades competentes del Estado. En consecuencia, la
contaminación se ha extendido a través de la dinámica de las quebradas y ríos
hasta comprometer también –quién sabe– la salud de la población urbana y semi-urbana
de la Región Loreto.
OEFA también ha exigido a Petroperú
–en el contexto de los últimos derrames de crudo– la actualización del Plan de
Adecuación Medio Ambiental (PAMA) y la “elaboración de un cronograma de
ejecución de las acciones de cumplimiento de la medida preventiva en un plazo
máximo de 7 días”. AIDESEP y sus organizaciones, a respecto, han pedido
participar del proceso de implementación de los instrumentos de gestión
ambiental a fin de garantizar en su contenido el respeto de los derechos
colectivos y fundamentales de los pueblos indígenas. Los puntos planteados a
Petroperú están relacionados con la suspensión inmediata del bombeo de crudo, reparación
del Oleoducto, sanción de los responsables del derrame, atención básica de la
población afectada, remediación e indemnización conforme a las leyes vigentes. El
petitorio incluye los casos de derrame de Cuninico y San Pedro, en la cuenca
del Marañón.
Hasta el día de hoy no hay un
informe sobre el avance de las exigencias que OEFA hizo a Petroperú a través de
la Resolución Directoral N° 012-2016-OEFA/DS de fecha 15 de febrero de 2016.
Según el DS 081-2007-EM OSINERGMIN tendrá un plazo máximo de diez (10) días
para pronunciarse acerca de la propuesta técnica de reparación definitiva del
ducto afectado por rotura o avería. Pues, el comportamiento de OEFA y OSINERMIN con las empresas
petroleras y mineras que han infringido los estándares ambientales ha sido
siempre condescendientes e encubridoras. Por ejemplo, las empresas
extractivistas que han sido sancionadas no han pagado varias veces la multa,
deliberadamente. Desde entonces, la impunidad se ha convertido en caldo de
cultivo de la irresponsabilidad ambiental y del caos en agravio de los derechos
de los pueblos indígenas.
El futuro es tenebroso, la
probabilidad de un próximo desastre por derrame de petróleo es muy alto,
tenemos que adelantar esfuerzos con denuedo y remontar la vorágine del
Oleoducto Norperuano. Actualmente en Chiriaco y Cashacaño el Plan de
Contingencia de Petroperú se viene implementado con lentitud. El agua para el
consumo y la alimentación diaria de la población se encuentran gravemente
afectadas.