Monday, October 08, 2018

Compromiso socio-ambiental del GORE Loreto.


El Gobierno Regional de Loreto (GORE Loreto) asumió compromisos relacionados con la reducción de las emisiones de la deforestación y degradación de los bosques, en el marco del Grupo de Trabajo de Gobernadores sobre Clima y Bosques (GCF). El primer informe ha sido presentado en la II Cumbre Mundial de Cambio Climático de las Américas realizado en Jalisco (México) en agosto del año 2016, donde habían destacado la prioridad de asegurar jurídicamente el territorio ancestral de los pueblos indígenas. Para llevar adelante estas acciones y otras orientadas a colaborar con los compromisos climáticos nacionales y globales, el GORE Loreto, ha venido recibiendo millonarios fondos multilaterales y privados dentro del Concejo Interregional Amazónico. La nueva administración de esta importante institución subnacional –elegido el último domingo 7– tendrá que continuar implementando y creando otras opciones de mitigación para proteger la amazonía mediante la defensa de los derechos colectivos de los pueblos indígenas y la articulación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). 

Los esfuerzos del GORE Loreto para demostrar avances del compromiso frente al desafío del cambio climático tuvieron una carrera anodina y de doble rasero. Los proyectos sobre energía renovable posiblemente habría de estar gestándose de acuerdo al enfoque de la Sociedad Peruana de Energía Renovable mientras creaba las condiciones para el progreso del proyecto Línea de Trasmisión Moyobamba - Iquitos 220 KV, sin duda alguna, habría aumentado los niveles de contaminación y deforestación existente, en contracorriente de la tendencia en el mundo de transición hacia la fuente de energía limpia e inagotable. La peor contradicción del GORE Loreto en el curso del desarrollo del encargo de contribuir con el Acuerdo de París es la vehemente adopción e impulso de la carretera Saramiriza – Iquitos, Genaro Herrera – Angamos y otros. Estos tipos de inversiones constituyen la amenaza más grande de las comunidades y de los bosques tropicales en todo el planeta. Abrir y dividir en dos las entrañas del territorio ancestral de los pueblos indígenas es la apertura del desfallecimiento de la cultura propia y de las prácticas de subsistencia. La carretera –en virtud de la controvertida y cuestionada conducta de la clase política y económica vigente del país– podría convertirse en una banda transportadora de maletas negras y de riesgos para la provisión y sostenimiento de los servicios ecosistémicos de los exuberantes bosques. A nivel forestal no han otorgado mejoras en la administración de los títulos habilitantes. EL GORE Loreto, infringiendo la nueva Ley Forestal y de Fauna Silvestre, entregó recientemente concesiones forestales sobre las propuestas de Reserva Indígena Yavarí Tapiche y Yavarí Mirim solicitado para la protección de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario. La Contribución Nacionalmente Condicionadas (NCD) Perú también prevé asegurar el acceso de agua segura y prevenir enfermedades. 

Esta concisa retahíla de temas que no están siendo cumplidos en el marco de los compromisos del GCF podrían ahondar el desprestigio del GORE Loreto ante la comunidad internacional y adelgazar las posibilidades de percibir fondos verdes que muy bien utilizados podría ayudar a mejorar la calidad de vida de los loretanos.

Las nuevas autoridades del GORE Loreto tendrán la terea de construir y sostener la coherencia en los espacios de cooperación nacional e internacional donde están ahora involucrados. Defender los derechos de los pueblos indígenas y procurar su bienestar con acciones concretas que están planteados en los planes de vida, en las mesas de diálogo y en otros acuerdos. La conmemoración del bicentenario de nuestra independencia ha de contener metas cumplidas y no expectativas difusas.

Thursday, August 16, 2018

Virtudes y retos de las fronteras.


Por: Jorge Pérez Rubio

Los acontecimientos históricos, muchas veces heroicos, que dieron origen a la definición y redefinición de las fronteras convencionales del Perú con los países de la amazonía Norte y Este, han dividido el territorio ancestral de los pueblos indígenas. Cada nación soberana acogió lo suyo.  Han pasado muchos años desde que los límites del Perú con Ecuador, Colombia y Brasil se habían fundido en un riquísimo y frondoso proceso de intercambios de saberes ancestrales, sueños, experiencias alegres y varias veces muy amargas e insostenibles, perpetrados por las actividades económicas basado en la extracción de los recursos naturales –en los últimos 100 años– mediante prácticas deshonestas respecto de los derechos humanos y la anodina aplicación de los estándares sociales y ambientales.

La creciente y multitudinaria exigencia de remediación de daños ocasionados a la vida de miles de indígenas en la amazonia, los interminables conflictos sociales y la vigorosa defensa organizada de los derechos colectivos –en medio de incontables sustancias, métodos y herramientas tóxicas– es consecuencia de la injusticia, el engaño y el improperio del rostro más negro de la sociedad económica. 

Las fronteras físicas de los países de la amazonía se convirtieron en hogares itinerantes y dinámicas de varios pueblos indígenas hermanados que hicieron imperecedero –en aquellas tierras fértiles y sagradas– la predilección por la reciprocidad y la unidad para hacer frente a los peligros transfronterizos que apuntan directamente a los recursos del bosque con valor económico y al menoscabo de la vida y la cultura propia. Por ejemplo, el pueblo indígena Matsés del Perú con sus congéneres del Brasil, en la cuenca del Yavarí y Tapiche, construyeron un lazo fuerte de entendimiento mutuo y desarrollo de compromisos orientados a respetar la historia común, proteger la vida de sus semejantes que aún se encuentran abrigados por el bosque prístino sin contacto alguno, practicar los conocimientos heredados, defender el territorio y articular el mundo primigenio con las bondades del mundo global. En la cabecera del río Gálvez, tributario del Yaquerana, existen sitios –donde se manifiestan a la luz del día–  los espíritus de los guerreros, sabios y curanderos subyacentes. Constituye una fuente inagotable de catarsis y memoria viva que convoca a la niñez y juventud a preservar y hacer florecer la cultura Matsés en la vida cotidiana y organizativa.

En la cuenca alta del río Napo y Putumayo el pueblo Secoya coexiste con sus familiares y parientes del Ecuador en un vasto y profuso territorio, habitan una sola casa madre cuyos pilares se encuentran hundidos en cada lado de la frontera. Desde allí dibujan y tejen con diligencia, elegancia y estoicismo su presente y futuro. Los pueblos indígenas del trapecio amazónico están hilando el porvenir aún desde su propia frontera. Cada vez será imposible caminar como un ermitaño sino como una estructura hoplítica de la antigua Grecia.

Los esfuerzos y las iniciativas binacionales de los países fronterizos no incluyen la posibilidad, por ejemplo, de implementar el plan de vida de los pueblos indígenas. Por ejemplo, el Plan Binacional de Desarrollo de la Región Fronteriza Perú-Ecuador (Brasilia el 26 octubre de 1998) prevé estrictamente la ejecución de proyectos de infraestructura productiva y social con enfoque tradicional de los gobiernos y el fortalecimiento, innovación y mercados. La Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) solamente se esfuerza para mejorar el comercio transfronterizo a través de la investigación científica. 

Estas entidades con enorme poder político y económico pueden ayudar a los pueblos indígenas fronterizos a confrontar la pobreza monetaria a través de actividades económicas sostenibles, garantizar la pervivencia de las culturas milenarias y propiciar el respeto de los derechos colectivos y fundamentales.

Wednesday, May 16, 2018

La pobreza acabará con el bosque


Por: Jorge Pérez Rubio

La profundización de la pobreza monetaria en el Perú incrementará las actividades de deforestación y degradación de los bosques amazónicos. Las comunidades indígenas aumentarán la búsqueda de recursos naturales con valor económico para mantener las bondades de la atención de las necesidades básicas de las familias relacionadas con la salud, educación, alimentación, vestimenta, transporte y servicios de comunicación. Hace más de un siglo desde que las comunidades indígenas amazónicas han ido formando parte de la economía de mercado. En la época del caucho estuvieron en la condición de semiesclavitud produciendo la goma de la aberración y durante los posteriores años realizaron trabajos impagos o muy irrisorios devenidos del comercio de pieles finas, pesquería, caza, horticultura y venta de madera rolliza o en pie. Estos quehaceres mercantiles ayudaron –con las pequeñas ganancias monetarias– a sobrellevar –hasta el día de hoy– los efectos y exigencias de la aparición sucesiva de nuevas necesidades en el curso de la vida tradicional, alterando de forma irreversible la usanza que por miles de años no había puesto en riesgo la integridad del bosque. 

No solamente comprende el abanico de añadiduras externas los bienes de consumo alternativos o sustitutos, también involucra la oferta de los servicios públicos educativos y de la asistencia médica que se ha hecho imprescindible en medio de la creciente transformación de la sociedad global que ha basado en estos dos principales pilares la construcción del desarrollo humano para hacer frente a los nuevos desafíos y amenazas como el cambio climático, el atropello de los derechos fundamentales y colectivos, la seguridad alimentaria y el quebrantamiento de la paz.

El aumento de la escasez de los medios monetarios –provocado por la insuficiente presencia del Estado en la inversión o promoción de iniciativas económicas comunales sostenibles– está acelerando el usufructo de los recursos naturales por encima del techo de la subsistencia. La tala legal o ilegal de madera en territorios ancestrales está avanzando deprisa con la anuencia de las comunidades indígenas en compañía de los madereros que –por desgracia de la amazonía– jamás han hecho el esfuerzo de cumplir con los planes de manejo. Está creciendo la frontera del cultivo de coca y el tráfico de tierras prístinas para la conversión –previa comercialización de las parcelas– en ganadería, monocultivos y otros. Esta tendencia es fatal para los bosques de la amazonía, de la vida y cultura que de ella se amamanta.

La “visión de los civilizados” sobre la conservación de la amazonía para contrarrestar los impactos del calentamiento del planeta a través de la protección de las cabeceras de cuencas, hábitats y paisajes no toma en cuenta la transición del labriego hacia el mundo real basado en el dominio del comercio que le provee recursos adicionales para atender necesidades adicionales, pero de vital importancia para el desempeño de las capacidades humanas, el cumplimiento de los deberes y el ejercicio de los derechos fundamentales y colectivos. 

Varias ONGs están ayudando a allanar el camino del deterioro paulatino del bosque amazónico. Han proscrito toda posibilidad de propiciar la circulación monetaria y contribuir con la erradicación de la pobreza en las comunidades indígenas. Que los indígenas defiendan los territorios ancestrales con sus métodos y medios propios, dicen. Sin tomar en cuenta la dimensión de las amenazas y su capacidad de reinventarse en busca que una letal estocada.