La creatividad y la imaginación
provechosa e innovadora del ciudadano loretano que ocuparon cargos públicos y aquellos
que gozan de las posibilidades de continuar administrando los intereses de
todos han disminuido tanto, en los últimos 40 años, hasta que la monotonía
emética y la defensa obstinada e inadecuada de lo peregrino logró definir la
conducta institucional e individual de los loretanos. Todo lo que es tocado por
las autoridades de esta región –en contraposición con la leyenda de los
alquimistas– se vuelve inservible y perjudicial para la vida integral de la
persona y de la naturaleza.
Semejante a la efigie del dolor
causado por el furor de la guerra, el flujo y reflujo del petróleo, arruinó las
principales fuentes de subsistencia de la mayoría de la población indígena que
durante miles de años el bosque le dio bienestar. Entonces, la sustancia del
vértigo, de la intemperancia y de la sumisión recaló hasta infundir el desarraigo
de lo propio y abrió los poros para que entrase el espíritu de la colonización
en la vida del individuo que sobrevive y trabaja la tierra –la práctica hortícola
tradicional no ha sido sustituido por otra que provenga de la ciencia agrícola
actualmente difundida por institutos especializados– mirando un horizonte
difuminado e incierto. Mientras el sudor rezuma por el rostro desvaído de
esperanza relacionado con el goce de los derechos fundamentales el mundo
industrializado aumenta cada día la demanda de petróleo –se estima que el 2035
la demanda de petróleo alcanzará la cifra de 99,7 millones de barriles diarios–
y Loreto ingresa con rapidez al segundo boom petrolero en comparsa con la vorágine
ambiental global. El segundo boom petrolero irrumpe el escenario local impregnado
de pasivos y cargado de conflictos y compromisos sociales no atendidos por el
Estado y empresas petroleras. Y más de mil indígenas que ahora reciben dinero
de las petroleras a cambio de una cadencia de “libre consentimiento” han de reforzar su
forma un poco urbana y utilitarista de afrontar el presente y un sinnúmero de
valientes que buscan relacionarse con el Estado a partir de la seguridad que
brinda la participación de los indígenas en la conducción de programas o
proyectos financiados por el canon petrolero –una forma de “PEPISCO” que
hubiere de funcionar con eficacia en otras cuencas (Tigre, Pastaza y Marañón)
fuertemente azotadas por la actividad petrolera– refuerzan sus alianzas con
ONG´s y personalidades que gustan de la belleza del bosque y son refractarios
ante el interés de acabar con el estado paria de los pueblos indígenas. Por
ejemplo, no está en la agenda el privilegio de la educación y la redistribución
del canon petrolero de acuerdo al involucramiento de cada zona y que habría de gestionarse sin abstraer la
urgente necesidad de contar con una fuerte institucionalidad.
La educación superior pública y
privada de Loreto es una fábrica de profesionales destinados a dinamizar la
economía de mercado conforme ha sido diseñado en los países desarrollados del
norte. Los profesionales así formados en el campo de la ingeniería y otras
carreras que evolucionan en el campo de la investigación científica no han
tenido éxito en su débil intento de adaptar aquellos conocimientos peregrinos –mediante
la interpretación de la diversidad y del estudio profundo de la prodigalidad de
los conocimientos tradicionales– a la ignota, vernácula, inexorable y
misteriosa realidad amazónica. En efecto, la educación superior de Loreto no
brindará todavía las capacidades técnicas y científicas necesarias para
encontrar el modelo de desarrollo que soñamos sino ha de consumarse en la línea
de una estridente y cansina tautología. Pues, el porcentaje que la UNAP recibe
del canon petrolero, como ocurre en la mayoría de la administración pública de
Loreto, inhibió la inteligencia saludable y trajo consigo una epidemia análoga
a la que el maestro Saramago traza en su novela “Ensayo sobre la ceguera”.
El segundo boom petrolero de
Loreto dará lugar a una nutrida y dolorosa necrología y echará a correr la
banalidad hasta por las arterias más conservadoras, sin embargo, habrá de
compensar sus falacias sociales e impactos con el diseño y funcionamiento de
una educación superior para la amazonia. En el fuero del movimiento indígena
liderado por AIDESEP se tomó muy en serio el proyecto referido a la
construcción de las bases para la creación de una universidad indígena basado
en la vasta experiencia para una educación intercultural.
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