Thursday, July 28, 2016

Machete de doble filo




Por: Jorge Pérez Rubio

Hoy, apenas a lo lejos el flamante Presidente de la República del Perú habló de la cultura milenaria y su legendaria relación discrepante y enemiga con el Estado no ha sido acentuado en el discurso de toma de mando. El énfasis –sin importar el tamaño– habría dado cuenta de cómo el infierno de la pobreza ha empujado hacia la ignominia del oscurantismo y ha permitido la inoculación del virus que ha degenerado las principales fuentes de subsistencia de los pueblos indígenas; cuyo rostro cada vez se ve más difuminado en la lente de los gobiernos y el respeto de los derechos colectivos ha sido encapsulado y colocado en los anaqueles de las nimiedades.

Mucha gente que vive en el mundo urbano y coge con facilidad los frutos de la riqueza de la nación –que en el fondo es un asistencialismo disfrazado de oportunidades– cuestiona con dureza y escarnio la lucha de los pueblos indígenas que está basado en la defensa del territorio que constituye un legado vital, frágil y único medio proveedor de bienestar integral y generacional. El mundo capitalista ha entendido mejor –en la última década– que nuestros conterráneos la importancia de ponderar el desarrollo industrial con el desarrollo humano. En consecuencia, se han creado salvaguardas y estándares sociales y ambientales que se han  institucionalizado en las políticas de los Estados, empresas y organizaciones multilaterales. Entonces, el anuncio del flamante Presidente de la República de conectar la costa con Iquitos por tierra es un proyecto que colisiona con la tendencia global sobre la gestión los recursos de la amazonía y con los acuerdos que el Perú firmó en el marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático orientado a reducir la deforestación y degradación del bosque.

La necesidad de una vía segura de conectividad de Iquitos con la costa es tan imponente que se ha convertido en un monumento construido de expectativas y en una panacea que ha de convertir a Loreto en una eminencia del desarrollo –así andan diciendo los políticos sin mayor rigor de análisis de la propuesta– y del intercambio comercial. Una carretera no está asociado directamente con el respeto de los derechos colectivos y fundamentales, con el desarrollo de capacidades educativas, tecnológicas y tampoco con los valores humanos que nuestra región necesita para crear mejores condiciones de vida. Una carretera en la amazonía es un machete de doble filo que por un lado ha de facilitar el transporte, por otro lado podría propiciar la avalancha de actividades que podría traer nuevos problemas y profundizar lo existente en agravio de la población más vulnerable del planeta: los pueblos indígenas y el derecho al territorio saludable.

Frente al anuncio de escindir la amazonía es necesario e inevitable conformar un grupo de interés dinámico para analizar la viabilidad del proyecto de unir la costa con Iquitos por tierra, las consecuencias y otras opciones similares.