Después de 45 años de actividad
petrolera en la cuenca del río Corrientes, Tigre y Pastaza el podrido barro de
la contaminación expulsó a la intemperie algunos topos y artrópodos venenosos
que han perpetrado el caos socio-ambiental y han acabado con vidas inocentes comparable
en nuestra historia con la vorágine de la época del caucho. Los topos han llevado
a cuestas el encargo –de las empresas petroleras en contubernio con los
gobiernos– de sembrar y gestionar el desconcierto en el individuo, en la
familia, en la organización y en la población que vive en la zona de actuación
directa e indirecta del lote 192. Los resultados de la treta, de la
manipulación de la información, del hambre y de las oportunidades locales se
han evidenciado en las siguientes dimensiones: 1. El incremento de la pobreza relacionado
directamente con la disminución de la cantidad y calidad del pan de cada día, 2.
La implicancia de la emergencia sanitaria que consiste en la ausencia de agua
limpia para el consumo, insuficiente atención médica contra las enfermedades
que provienen de la polución y la falta de un diagnóstico toxicológico general
en beneficio de las personas que podrían llevar metales pesados en la sangre,
3. La implicancia de la emergencia ambiental que pone sobre la mesa los
registros de la catástrofe ambiental y biótica –más de 100 sitios pendientes de
remediación según el Plan de Abandono del Lote 192 supervisado por la
instituciones pertinentes–, 4. Debilitamiento de la fiscalización social a
través de la sociedad civil organizada. Familias y comunidades indígenas
confrontadas en beneficio de la negación y aislamiento de los gobiernos frente
a la atención de los derechos colectivos de los pueblos indígenas, 5. Los topos
y artrópodos siguen activos en el terreno de los hechos, no han ido con
Pluspetrol y se han quedado como mercenarios al servicio del nuevo operador del
lote 192 y del gobierno. 6. El territorio ancestral de los pueblos indígenas está
quedando sin la bondad de proveer alimentación. Importantes extensiones han
sido entregadas en servidumbre a las empresas petroleras.
Los operadores del caos en el
lote 192 –ONG´s, funcionarios de los portafolios relacionados con la consulta
previa y con la inversión pública, contratistas, consultores, seudos apus y
devotos de la politiquería criolla y del romanticismo revolucionario que se han
mimetizado en la lucha indígena con el objetivo de captar adeptos, votos y de
paso llevarse el sombrero del convaleciente– habrían dicho al unísono al
gobierno que los problemas en el lote 192 se había desbordado y que los pueblos
indígenas organizados habrían tomado la decisión de poner fin a 45 años de
zozobra y esclavitud encubierta, sin cerrar la puerta de la industria petrolera
renovada en su compromiso de cumplir con los estándares ambientales y sociales.
En realidad han estado diciendo la verdad. Desde el sábado 12 de este mes el
80% de las instalaciones productivas del lote 192 han sido paralizados por una
plataforma social que ha iniciado una movilización pacífica e indefinida para
exigir al gobierno la voluntad política de apuntalar el desarrollo en beneficio
de los pueblos indígenas empobrecidos por la riqueza del petróleo.
El fracaso del proceso de la
consulta previa del lote 192 puso al descubierto y confirmado el prolongado
desinterés del gobierno de atender las demandas de los pueblos indígenas de
forma concreta, medible e integral. El fracaso del diálogo ha demostrado que el
gobierno, los topos y artrópodos han intentado estigmatizar el espíritu de la
Consulta Previa para promover el revisionismo del marco legal y cotejar –con
doble moral– sus aportes con el emprendimiento económico del país. Sin embargo,
los pueblos indígenas herederos y labradores de la virtud del diálogo desde
tiempos inmemorables –muchas veces con el soporte espiritual de las plantas
medicinales– han dado paso a la presurosa medida de salvar el camino de la
Consulta Previa a través del renacimiento de los mellados principios de buena
fe, flexibilidad y ausencia de coacción o condicionamiento. No importa la
conducta espuria del gobierno a respecto –dijeron los pueblos indígenas– pero
nosotros seguiremos en la búsqueda del diálogo en medio del tumulto de los conflictos
sociales que amenaza seriamente la identidad democrática del país.
El gobierno sabe que los
problemas del lote 192 son graves. Los pueblos indígenas involucrados en Lote
pueden caer en el colapso alimentario debido a la contaminación de las fuentes
naturales de bienestar. La solución está en las manos del Estado. Para ello,
tiene que ganar la batalla maquiavélica de los topos y artrópodos y presentarse
con la verdad en la próxima jornada de diálogo.
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