El otro Camino
En la ruta de las distintas movilizaciones de fuerzas sociales por la búsqueda de la libertad, latinoamérica ha tenido algún mayor éxito. Las naciones de este señorial y acaudalado continente celebran el hallazgo de una pálida luz más allá de la mitad del túnel de la vida predecible. En el Perú, la coincidencia diacrónica por el encuentro de la libertad renace de las epopeyas libertarias del incario y los paralelos heroicos de los pueblos originarios de la amazonía; sin embargo, esta nación referente de gloria, tenacidad y patriotismo está de rodillas. Esta posición incómoda de la nación es el resultado del ejercicio de mentes aturdidas, por el ‘esplendor’ occidental, que nunca amaron al Perú de tantos sonidos, colores y diversas miradas; los mismos que están de pie y no caminan sino soslayan el libre desprendimiento y toman la pluma de Manuel González Prada para escribirle al país sobre las “Tradiciones Peruanas”; de Luis A. Sánchez para denotar el poder de la pluma aristocrática sobre los “Siete ensayos” del Amauta.
Sencillamente la nación peruana ha sido guiada por otro camino que no es ni siquiera de nuestros vecinos. Con el transcurrir de los tiempos no se pudo interpretar la hoja de ruta cuando lo propio ya estaba subordinado a la voluntad de una dirección ajena; nos perdimos en los cielos de occidente. Mientras sufrimos la imposición de una educación para estimular la sumisión hacia occidente, el idioma extranjero con el credo y la direccionalidad social-política han pasado 185 años; años de saqueo e insulto perpetrado por quienes, a propósito, nos empujaron por el camino equivocado.
Quedaron en las tertulias científicas y mitológicas las líneas de nazca; que pudieran ser líneas conducentes a esclarecer el camino del verdadero Perú. Quedaron las cosmovisiones de los pueblos indígenas en los folios del folclor; no obstante, mediante ella se comprende los roles y aflicciones de los componentes vivos del bosque.
Pensamos que los malditos guías del infierno habían quedado en algún atolladero del pasado; pero, están vivos. Ahora, están guiando al Perú hacia un TLC incongruente con los “halcones” y aceptando la instalación de estos militares criminales en esta tierra soberana mediante el señuelo del Plan VRAE, Plan Huallaga y Plan Putumayo. Acaso estos guías desconocen los intereses geopolíticos de los estadounidenses en el contexto global. Claro que no, el gobierno peruano prefiere dinero fácil para cubrir brevemente la situación de pobreza de las sociedades que no heredaron los manjares de la colonia; es un destello en la ausencia de algún plan de desarrollo creado por los mismos peruanos. En el balance final sale ganando los guías del infierno (criollos de la aristocracia) y los extranjeros.
Pienso, humildemente, las naciones latinoamericanas que han decidido forjar su libertad buscando el camino verdadero y propio son dignas de eterna consideración: Ecuador, Venezuela, Bolivia, Uruguay, Brasil, Argentina. Mientras que Perú y Colombia aún están bajo la sombra del imperio desdibujado por su crueldad contra los derechos humanos y el medio ambiente.
En la ruta de las distintas movilizaciones de fuerzas sociales por la búsqueda de la libertad, latinoamérica ha tenido algún mayor éxito. Las naciones de este señorial y acaudalado continente celebran el hallazgo de una pálida luz más allá de la mitad del túnel de la vida predecible. En el Perú, la coincidencia diacrónica por el encuentro de la libertad renace de las epopeyas libertarias del incario y los paralelos heroicos de los pueblos originarios de la amazonía; sin embargo, esta nación referente de gloria, tenacidad y patriotismo está de rodillas. Esta posición incómoda de la nación es el resultado del ejercicio de mentes aturdidas, por el ‘esplendor’ occidental, que nunca amaron al Perú de tantos sonidos, colores y diversas miradas; los mismos que están de pie y no caminan sino soslayan el libre desprendimiento y toman la pluma de Manuel González Prada para escribirle al país sobre las “Tradiciones Peruanas”; de Luis A. Sánchez para denotar el poder de la pluma aristocrática sobre los “Siete ensayos” del Amauta.
Sencillamente la nación peruana ha sido guiada por otro camino que no es ni siquiera de nuestros vecinos. Con el transcurrir de los tiempos no se pudo interpretar la hoja de ruta cuando lo propio ya estaba subordinado a la voluntad de una dirección ajena; nos perdimos en los cielos de occidente. Mientras sufrimos la imposición de una educación para estimular la sumisión hacia occidente, el idioma extranjero con el credo y la direccionalidad social-política han pasado 185 años; años de saqueo e insulto perpetrado por quienes, a propósito, nos empujaron por el camino equivocado.
Quedaron en las tertulias científicas y mitológicas las líneas de nazca; que pudieran ser líneas conducentes a esclarecer el camino del verdadero Perú. Quedaron las cosmovisiones de los pueblos indígenas en los folios del folclor; no obstante, mediante ella se comprende los roles y aflicciones de los componentes vivos del bosque.
Pensamos que los malditos guías del infierno habían quedado en algún atolladero del pasado; pero, están vivos. Ahora, están guiando al Perú hacia un TLC incongruente con los “halcones” y aceptando la instalación de estos militares criminales en esta tierra soberana mediante el señuelo del Plan VRAE, Plan Huallaga y Plan Putumayo. Acaso estos guías desconocen los intereses geopolíticos de los estadounidenses en el contexto global. Claro que no, el gobierno peruano prefiere dinero fácil para cubrir brevemente la situación de pobreza de las sociedades que no heredaron los manjares de la colonia; es un destello en la ausencia de algún plan de desarrollo creado por los mismos peruanos. En el balance final sale ganando los guías del infierno (criollos de la aristocracia) y los extranjeros.
Pienso, humildemente, las naciones latinoamericanas que han decidido forjar su libertad buscando el camino verdadero y propio son dignas de eterna consideración: Ecuador, Venezuela, Bolivia, Uruguay, Brasil, Argentina. Mientras que Perú y Colombia aún están bajo la sombra del imperio desdibujado por su crueldad contra los derechos humanos y el medio ambiente.