Wednesday, September 30, 2015

Andoas: guerra y paz

Los pueblos indígenas han heredado y practicado milenariamente la virtud de resolver las diferencias internas y con los pueblos vecinos a través del diálogo. El poder espiritual de las plantas medicinales como el tabaco, coca, toé y ayahuasca han hecho posible la transición de escenarios hostiles hacia prolongados periodos de entendimiento y construcción del bienestar común, a cuestas de líderes probos y con capacidades extraordinarias de hacer, como por ejemplo, que la abundancia de alimentos y razones cotidianas de vivir bien constituya el sino de una promisoria civilización amazónica. No obstante, se han librado innumerables y fatídicas guerras tradicionales entre pueblos indígenas originados por el desborde de la acción humana sobre la pertenencia territorial o por causa de una muerte espeluznante y cruel –sin haber quebrantado muchas veces la víctima el código de convivencia que el valor de la palabra ha encumbrado desde tiempos remotos– que uno hubiera perpetrado contra el miembro de otro territorio.

La decisión consensuada del pueblo Achuar y Quechua de la cuenca del río Corrientes y Pastaza que dio inicio a la última protesta pacífica que paralizó la producción de petróleo del lote 192 –70 mil barriles perdidos equivalente a 3,2 millones de dólares– durante 15 días, ha dado vida a la legendaria filosofía indígena de paz y guerra. Líderes, lideresas, niños, jóvenes y ancianos –bajo la sombra hospitalaria de los árboles del Pastaza y sobre la pista tomada del aeródromo de Andoas– en momentos pertinentes hacían sensatas evaluaciones de los hechos, contingencias y desafíos de la jornada de protesta. Hacían remembranza e inculcaban a la lealtad de la regla de convivencia en momentos donde la vida pendía de una maniobra del gobierno peruano –más de medio centenar de agentes de la DINOES fuertemente armados habían llegado a la zona– y de la salvaguarda de la infraestructura pública y privada. Los pueblos indígenas Achuar y Quechua que se habían movilizado en el lote 192 para exigir al gobierno una real apertura de diálogo y consenso para la atención concreta de las justas e históricas demandas, tenían claro que se estaba desarrollando una guerra contra la arrogancia, indiferencia lacerante, prejuicios urbanos, codicia criminal y contra el atasco aposta del Estado orientado a la asfixia de la agenda y de la capacidad de los pueblos indígenas de resistir la inducida fragmentación organizativa, la devastación del empobrecimiento, hacer visible los daños tapados, enfatizar en la remediación y compensaciones sociales y denunciar los graves impactos ambientales y sociales ocasionado por la actividad petrolera en los últimos 45 años. La guerra contra la desigualdad y el bienestar asociado con la paz ha sido defendida en la figura de un horizonte sagrado.

La claridad del realismo de la paz y bienestar que los pueblos indígenas sostienen en el lote 192 no está relacionado con el periodo post petrolero. El próximo periodo –libre de petróleo mal llevado– es concebido como una sucesión de momentos difíciles caracterizado por el incremento de la pobreza intrínsecamente vinculado con el hambre. La base de la seguridad alimentaria estropeada por la contaminación es actualmente el mayor peligro en curso y que no forma parte de ninguna iniciativa destinada a llevar adelante acciones definidas que permita remontar en un tiempo planificado la bulimia causado por el boom petrolero. Habrá importantes infraestructuras sociales –después de 75 años de irresponsable actividad petrolera– al servicio de gente hambrienta si desde la comunidad y las organizaciones indígenas no inician desde ahora el desarrollo de un proyecto alternativo y sostenible.

Durante el diálogo –realizado en Andoas entre líderes indígenas y funcionarios del Estado que estuvo liderado por el ministro Von Hesse el pasado 24 de septiembre en el fuerte militar Tnte. López– se han dado mensajes mutuos de trascendental contenido que pusieron en alto relieve la imposibilidad de lograr la paz y el bienestar mientras la brecha de la extrema pobreza avance aritméticamente, mientras perdure en la sangre del Estado el virus del olvido, el desentendimiento, el engaño respecto de la inclusión de los derechos colectivos en la política pública. Por ejemplo, el Apu de FEDIQUEP dijo que si no hubiéramos paralizado la producción de petróleo en el lote 192 no hubieran acudido al pedido de diálogo. Este mensaje trae a la memoria las palabras de Saramago: “pues desde la aurora del mundo siempre los incendios atrajeron a los hombres”.


Como abejas alrededor de una flor facundia de polen se mueven personas y empresas en el lote 192, de esta rebatiña los pueblos indígenas Achuar y Quechua del Corrientes y Pastaza deberán lograr, al final, un granero a prueba de cualquier adversa coyuntura o del espectro de otra guerra.

Friday, September 18, 2015

Lote 192: topos y artrópodos.


Después de 45 años de actividad petrolera en la cuenca del río Corrientes, Tigre y Pastaza el podrido barro de la contaminación expulsó a la intemperie algunos topos y artrópodos venenosos que han perpetrado el caos socio-ambiental y han acabado con vidas inocentes comparable en nuestra historia con la vorágine de la época del caucho. Los topos han llevado a cuestas el encargo –de las empresas petroleras en contubernio con los gobiernos– de sembrar y gestionar el desconcierto en el individuo, en la familia, en la organización y en la población que vive en la zona de actuación directa e indirecta del lote 192. Los resultados de la treta, de la manipulación de la información, del hambre y de las oportunidades locales se han evidenciado en las siguientes dimensiones: 1. El incremento de la pobreza relacionado directamente con la disminución de la cantidad y calidad del pan de cada día, 2. La implicancia de la emergencia sanitaria que consiste en la ausencia de agua limpia para el consumo, insuficiente atención médica contra las enfermedades que provienen de la polución y la falta de un diagnóstico toxicológico general en beneficio de las personas que podrían llevar metales pesados en la sangre, 3. La implicancia de la emergencia ambiental que pone sobre la mesa los registros de la catástrofe ambiental y biótica –más de 100 sitios pendientes de remediación según el Plan de Abandono del Lote 192 supervisado por la instituciones pertinentes–, 4. Debilitamiento de la fiscalización social a través de la sociedad civil organizada. Familias y comunidades indígenas confrontadas en beneficio de la negación y aislamiento de los gobiernos frente a la atención de los derechos colectivos de los pueblos indígenas, 5. Los topos y artrópodos siguen activos en el terreno de los hechos, no han ido con Pluspetrol y se han quedado como mercenarios al servicio del nuevo operador del lote 192 y del gobierno. 6. El territorio ancestral de los pueblos indígenas está quedando sin la bondad de proveer alimentación. Importantes extensiones han sido entregadas en servidumbre a las empresas petroleras.

Los operadores del caos en el lote 192 –ONG´s, funcionarios de los portafolios relacionados con la consulta previa y con la inversión pública, contratistas, consultores, seudos apus y devotos de la politiquería criolla y del romanticismo revolucionario que se han mimetizado en la lucha indígena con el objetivo de captar adeptos, votos y de paso llevarse el sombrero del convaleciente– habrían dicho al unísono al gobierno que los problemas en el lote 192 se había desbordado y que los pueblos indígenas organizados habrían tomado la decisión de poner fin a 45 años de zozobra y esclavitud encubierta, sin cerrar la puerta de la industria petrolera renovada en su compromiso de cumplir con los estándares ambientales y sociales. En realidad han estado diciendo la verdad. Desde el sábado 12 de este mes el 80% de las instalaciones productivas del lote 192 han sido paralizados por una plataforma social que ha iniciado una movilización pacífica e indefinida para exigir al gobierno la voluntad política de apuntalar el desarrollo en beneficio de los pueblos indígenas empobrecidos por la riqueza del petróleo.

El fracaso del proceso de la consulta previa del lote 192 puso al descubierto y confirmado el prolongado desinterés del gobierno de atender las demandas de los pueblos indígenas de forma concreta, medible e integral. El fracaso del diálogo ha demostrado que el gobierno, los topos y artrópodos han intentado estigmatizar el espíritu de la Consulta Previa para promover el revisionismo del marco legal y cotejar –con doble moral– sus aportes con el emprendimiento económico del país. Sin embargo, los pueblos indígenas herederos y labradores de la virtud del diálogo desde tiempos inmemorables –muchas veces con el soporte espiritual de las plantas medicinales– han dado paso a la presurosa medida de salvar el camino de la Consulta Previa a través del renacimiento de los mellados principios de buena fe, flexibilidad y ausencia de coacción o condicionamiento. No importa la conducta espuria del gobierno a respecto –dijeron los pueblos indígenas– pero nosotros seguiremos en la búsqueda del diálogo en medio del tumulto de los conflictos sociales que amenaza seriamente la identidad democrática del país.


El gobierno sabe que los problemas del lote 192 son graves. Los pueblos indígenas involucrados en Lote pueden caer en el colapso alimentario debido a la contaminación de las fuentes naturales de bienestar. La solución está en las manos del Estado. Para ello, tiene que ganar la batalla maquiavélica de los topos y artrópodos y presentarse con la verdad en la próxima jornada de diálogo.