Monday, January 15, 2007

Corrección del status mental.

La vieja dicotomía contraproducente desarrollo – destrucción constituye el mayor desafío del liberalismo económico. Es parte de este embrollo la emergencia de pensamientos políticos que median las doctrinas del capitalismo y socialismo. Algunos pensadores sociales advierten la caída de estos y el florecimiento de ideologías autóctonas cuya legitimidad subsistieron por su misma naturaleza. Pues, los pueblos indígenas son depositarios de conocimientos tradicionales y gestores de una doctrina social – política orientado a retrasar la destrucción de la tierra y reconstruir las bases para una convivencia con libertad.
Sin embargo, estos elementos corresponden a una forma global de mirar al mundo. Aquí en la selva del noreste del Perú hay mundos reales y mundos posibles coexistiendo en armonía. Fijadores de carbono y pueblos indígenas sedentarizados junto a grandes amenazas generados; tal vez, son pasivos guardianes los hombres del bosque para el ojo capitalista y guardianes alegres para el ojo de la esperanza común. Aquí, entre perfumes de flor, las connotaciones de la Cumbre de Río y su tesis sobre desarrollo sostenible, el Protocolo de Kyoto y su efecto de invernadero son preocupaciones de una civilización extraña, nociva y vehemente. La retórica del desarrollo sostenible es una forma de encubrir la avidez del capitalismo cuyas aspiraciones son las alianzas en el marco de la hegemonía sobre los bienes escasos de la tierra. Con la finalidad de mantener el status de grandes potencias acometen contra los derechos humanos y soberanía de las naciones; siempre protegidos por sus instituciones sociales y económicas.

Aquí las fuentes de agua dulce son puras y cristalinas. Los hijos del maíz, del tabaco, de la coca, de la yuca, del yoco y de la ayahuasca controlan los relámpagos y la potencia del rayo subyace en su voluntad. Aquí hay aves nocturnas con plumas luminiscentes vigilando el lado oscuro de la tierra. Lágrimas virginales convertidas en lagunas cuya belleza, diversidad y misterio son inalcanzables por el hombre común. Aquí no hay jerarquías, todos viven y mueren con la misma medalla. Bajo los pantanos habitan boas gigantes y se trasladan bajo la tormenta aterradora; son milenarias y no están en los registros biológicos ni fósiles. Los científicos investigan bajo un clima bondadoso y organizan registros de la diversidad superficial; este método funda su ignorancia sobre la verdadera amazonía y sus relaciones sociales. Aquí la palabra genera unidad y respeto; es la palabra inteligible de la naturaleza.

Sabemos que el Perú pierde muchos millones de dólares por el flagelo de la corrupción. Hay muchas normas, teorías y tendencias con el objetivo de reducirla; pero, hay escasa preocupación social y poco ejemplo. Esta diferencia constituye una variable que desvirtúa la idoneidad deontológica, encumbran estereotipos y agrega pobreza al pueblo peruano.
Sabemos que las leyes formales están en peligro. Sin embargo, aquí en los bosques del río Putumayo, hay una fuerza connatural que sostiene la vida. Aquella fuerza se sostiene en la vida y conducta digna del hombre. En efecto, todos cuidamos el bosque proveedora de vida.

Río Putumayo, 15 de enero de 2007



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