Thursday, February 06, 2014

Hacia dónde vamos, en política.

Los pueblos indígenas del Perú habían estado muy cerca de iniciar un proceso político partidario basado en la unidad y la progresista pervivencia desde el año 1997, año de fundación de la Coordinadora Permanente de los Pueblos Indígenas del Perú (COPPIP) –creada por acuerdo del Primer Congreso Nacional de Derechos Humanos y Pueblos Indígenas del Perú realizado en Cusco–, su misión de “Promover la unidad, el fortalecimiento y desarrollo de los pueblos indígenas con identidad y autonomía, practicar el respeto y la interculturalidad y sensibilizar a los pueblos, poblaciones y sociedad nacional en el carácter multiétnico, plurinacional y multilingüe del Estado peruano” ha constituido la plataforma doctrinaria y espiritual, de los líderes de entonces, que les llevó a explorar el mundo de la política partidaria y las posibilidades de encaminar el viejo sueño del bienestar común.

Cuando estuvieron llevando la agenda política sobre los hombros de los compromisos –construidos en el seno de una profusa capacidad organizativa– de las expectativas y esperanzas no pudieron pasar el parapeto de la clase política elitista, centralista y mercantilista del país. La ausencia de un partido político propio había impedido el propósito de encumbrar la plataforma doctrinaria de los pueblos indígenas y rezumó los intereses políticos nacionales en agravio de un proyecto que buscó liderar con claridad y constancia. Al final de una tortuosa y desigual vinculación líderes y profesionales cercanos al proceso indígena lograron empleo en la estructura del gobierno a quién habían apuntalado en las urnas. Esta experiencia no ha sido revisado metódicamente, en efecto, la historia no puede abrir  página alguna dotado de información rigurosa que los nuevos actores necesitan a fin de remontar los desafíos que después de muchos años se han convertido en verdaderos objetivos en lontananza.

En el terreno mullido quedó una especie de semilla (de la política partidaria amazónica) que germina solamente cuando se impregna con el agua de algún manantial, de la tierra donde se vive en plenitud la cultura primigenia y donde la mirada global no reverbera el dogmatismo ni el desinterés sino es entendida como una realidad distinta que permite esbozar las cualidades de una sociedad autónoma que va inconteniblemente hacia la complementariedad duradera de su esencia. Entonces, los desatinos de la política pública del segundo gobierno del aprismo peruano, impelido por el extractivismo inhumano, perpetró uno de los mayores crímenes de lesa humanidad y genocidio en Bagua (territorio del  pueblo Awajún), conocido como el “Baguazo” (5 junio 2009). A partir de aquella trágica experiencia brotó la semilla subterránea regada por la sangre prístina de un funesto tendal y, nuevamente, se habló y trabajó en la idea de avanzar en la consolidación de una ventana política denominado “Alianza para la Alternativa de la Humanidad” (APHU).   En el año 2011 una tentativa de alianza entre el Partido Nacionalista Gana Perú (hoy en el poder) se quebró por las siguientes razones: El ninguneo que Gana Perú dejó entrever en sus dictados al momento de ofertar sitiales de representación parlamentaria, pues, nunca hubiera habido equivalencia en una relación desigual en el fuero institucional, APHU era muy joven y no estaba inscrito. Otro motivo fue la falta de voces consensuadas y se escuchó más el barullo de una pequeña mesnada de distintos credos.


Actualmente, el terreno de la política partidaria con enfoque amazónico se ha difuminado en relación directa con la exigua preocupación común, el desinterés por lo propio y la prevalencia gregaria de los pueblos indígenas que en pos de la rancia politiquería nacional ayudan a retrasar la germinación de la semilla de ensueño cuyo pericarpio se abrirá cuando los pueblos decidan caminar en el marco de una institución política sólida –cuyas ideas y planes hubieren de gozar del privilegio y seguridad de su realización por verdaderos líderes nunca antes visto en la historia republicana del país– con autonomía, sabiduría, transitando desde la inmediatez coyuntural a la perseverancia estoica, e inquebrantablemente unidos.   

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