Comunidad
Nativa Victoria
Puinahua
(río Marañón)
En los últimos cinco años la
pobreza aumentó aceleradamente en las comunidades nativas y campesinas de la
región Loreto. Me refiero a las personas que viven más allá de las capitales de
las provincias –si estas urbes han permanecido de pie es porque los gobiernos
lo han visto siempre como potencial electoral–. En intrigada reciprocidad les
dieron muchas atenciones haciendo inversiones en infraestructura social e
impulsando servicios básicos, de calidad incipiente e infrecuente. La delgada circulación
monetaria –motivado por estos trueques– ha colocado a esta población en el
cauce macilento de la dinámica de mercado. Mientras que las comunidades
aisladas no alcanzan respuestas oportunas frente a la letalidad de la hepatitis
B y otras enfermedades recurrentes, no hay en la lejanía disponibilidad de
antídoto para mordedura de víbora ni siquiera existe una cadena de asistencia
médica que atraviese la selva para salvar vidas. Las muertes frecuentes
provocados por males evitables son más dolorosos y desnuda el cuerpo de la
indiferencia y la discriminación que se engendra cómodamente en el sistema
político actual del país. ¿Es posible remontar esta ignominia? Sí es posible. El
desarrollo de la persona humana en un régimen de valores y posibilidades tiene
que estar por encima de toda discusión y materia que enloquece a los líderes
económicos y políticos de nuestra sociedad.
El programa “Beca 18” es una
brillante política de educación superior para jóvenes estudiosos de familias de
escasos recursos económicos. Durante su vigencia abrió las puertas de las
oportunidades a muchos, pero también dejó frustrado a la mayoría de los que en
algún momento creyeron haber pisado la escalera del progreso. El tamiz de los
postulantes ha sido diseñado por eruditos de la educación básica regular que no
tomaron en cuenta el bajo nivel de la enseñanza – aprendizaje en todo la región
y la innecesaria focalización de los beneficiarios puso la última viga a las
expectativas. Cientos de hombres y mujeres que no lograron acceder a la beca
hoy talan el bosque para sembrar coca –cultivo que creció vertiginosamente en
nuestra región tomando por asalto el sistema de seguridad del Estado permeable
por los narcodólares, la réplica de las calamidades del VRAEM está a punto de estallar–, extraen oro de los ríos y
manipulan mercurio, están al acecho de los grupos que actúan en la informalidad
y del crimen organizado. Ni un segundo más debemos estar impasibles ante este
claustro que oscurece la esperanza de un mundo mejor. Las autoridades deberán
aunar esfuerzos para crear un sistema de educación superior alternativo que
abrigue las almas recónditas sedientas de superación. La creación de un
instituto superior tecnológico público aquí en Victoria arreglaría la vida de
todos, me dijo el apu Nelson Arimuya.
Loreto es la región con más áreas
naturales protegidas creadas y otras encaminadas. Está muy bien proteger el
bosque para seguir recibiendo de ella el pan de cada día, sin deteriorarla. Pero,
¿cuáles son los roles de las áreas naturales protegidas para aliviar el dolor y
la pobreza del poblador amazónico? ¿Por qué se establecen sobre territorios
ancestrales reduciendo derechos y apremiando la vida cotidiana? “Vivimos en
tierra restringida, en tierra ajena, solo los ‘Grupos de Apoyo’ se benefician y
la mayoría somos perseguidos por SERNANP cuando sacamos nuestra comida de la
Reserva Nacional Pacaya Samiria”, denunciaron los líderes del pueblo Kukama
Kukamiria asentadas dentro de la Reserva. Los pueblos indígenas han conservado
y fertilizado su territorio por miles de años, hicieron aprovechamiento
responsable y lo seguirán haciendo. En este contexto, los países industrializados
ofertan grandes sumas de dinero y asistencia técnica para la conservación de la
amazonía con el propósito de reservar el carbono del más importante sumidero de
los gases de efecto de invernadero. Lo paradójico es que en la plataforma
convencional de lucha contra el calentamiento global no está encumbrado los
derechos colectivos y los derechos humanos de los que al final están afrontando
incluso con la propia vida las amenazas en curso: los pueblos indígenas.
Las autoridades locales,
regionales y nacionales deberán pasar la valla de las estadísticas y de los
discursos coyunturales para dar paso a la atención supervisada y real de los
principales problemas identificados y advertidos miles de veces. Si pensamos en
cómo encontrar opciones viables, tenemos a la vista un horizonte sostenible: encontrar
el equilibrio entre el ritmo de la conservación ortodoxa de la amazonía con la
inclusión de los derechos colectivos, sociales y económicos.
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