Saturday, January 22, 2011

El desafío de nuestra ignorancia.

Diversos conocimientos provenientes de las culturas medievales (griego, romano, egipcio, judía, china y otros); constituye la matriz de la cultura occidental difundida en todo el mundo. Las matemáticas, la filosofía, astronomía, literatura, ciencias y otros componentes de la enciclopedia han evolucionado con mucha frescura y acierto a partir del curso de la revolución científica. El renacimiento se iniciaba como referente cultural de la posteridad. Los dogmas ortodoxos sobre la explicación de la cosmología y el liderazgo político pudieron retroceder hasta ocupar su verdadero rol: difundir el evangelio, la fe, el amor y la misericordia.
La ciencia permitió, entre otros, la movilización del industrialismo y el desarrollo de la teoría cuántica y de la relatividad que permitió la producción de la bomba atómica y otras teorías a nivel molecular. El conocimiento científico entregó a la humanidad muchas alegrías y muchas tristezas; así como la religión y otras creencias sesgadas al fanatismo. La ciencia trajo consigo el laicismo y el dislocamiento de los valores inculcados a razón de la hegemonía del espíritu triunfalista sobre la inamovilidad del credo secular. El industrialismo es responsable del fragor de las guerras de ayer y hoy, del exterminio contra las minorías étnicas, el calentamiento global y la contaminación de las principales fuentes de vida de los seres vivos del planeta.

La fusión entre el fervor religioso, la codicia del poder y el nacionalismo dio origen a muchos misántropos: los responsables de las guerras mundiales, los que detonaron la bomba atómica sobre Japón, la barbarie contra los esclavos africanos, los que mataron a los indígenas americanos durante la colonización española y la época del caucho, los terroristas, extremistas y dictadores. Estas agresiones contra la humanidad se han dado por la ignorancia sobre los verdaderos liderazgos, sobre la vida futura y de las excelsas virtudes conducentes a la magnificencia de la gloria. A respecto, cabe enseñar esta frase: “El elemento más violento de la sociedad es la ignorancia.” (Emma Goldman, anarquista lituana).
Muchas personas y entidades buscan mecanismos permisibles para abolir el estruendo de sus culpabilidades; de tal forma que ofertan compensaciones estrictamente equivalente a la progresión de sus intereses económicos; por ejemplo, los acuerdos discrecionales de las cumbres sobre el cambio climático y la REDD. Sobre este asunto mi fe desvanece cuando de por medio estarán los bosques que involucra la vida de los pueblos indígenas y campesinos.

El Perú y su tierra fértil dieron vida a numerosos conciudadanos que se encargaron de conducir los destinos y sueños de esta nación republicana: aristócratas, caudillos militares y civilistas; quienes guiados por las luces culturales, el avance tecnológico y el desarrollo del viejo continente quisieron convertir al Perú en un arquetipo de la Europa progresista. La ignorancia de entonces sobre la diversidad cultural y la realidad educativa de las mayorías rurales consumió el celaje del romántico proyecto. Entonces, las escuelas y universidades funcionaron como centros de resonancias y réplicas de experiencias culturales impropias. Los incalculables desaciertos generados por la limitada capacidad sobre nuestra realidad, la falta de visión, la ausencia de identidad nacional y el buen juicio de nuestros gobernantes; hicieron posible la escisión de nuestra soberanía, la insurrección de grupos armados y las pérdidas de vidas humanas, el empobrecimiento de los pueblos, el analfabetismo, la negociación asimétrica de los recursos naturales y la abdicación del estado ante los intereses transnacionales, el bajo nivel académico, la contaminación de nuestras fuentes de agua, entre otros problemas. Algo reciente y esquizofrénico que reconfirma el dominio de la trivialidad y la ignorancia de los tomadores de decisión sobre los intereses públicos; es el caso de Bagua. Un presidente medio loco que actúa como el Quijote en las llanuras de la mancha tratando de imitar las proezas de los caballeros de entonces; ordenó el aniquilamiento de los indígenas que protestaban para dar paso al éxito del diálogo sobre temas vinculados a la subasta de territorios ancestrales. Este escenario permite ilustrarlo con la frase "Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; más donde hay humildad, habrá sabiduría." (Salomón).

Los políticos, académicos, tecnócratas y otros quienes condujeron la vida del país han sido embrionarios y mediocres discípulos de la cultura europea y otras extranjeras. No se logró institucionalizar la esencia de la enciclopedia: el verdadero espíritu de la democracia, la distribución de la riqueza, el amor a la sabiduría, el patriotismo, la fraternidad, la justicia social, la tolerancia y otros valores. Actualmente estamos viviendo las consecuencias de nuestra propia ignorancia.

Los pueblos indígenas, las mentes diversas y la nueva generación de peruanos debemos estar empeñados en evitar aquella grave experiencia que el país pudo soportar. Debemos estar en camino para instituir una verdadera opción ante las flaquezas y destrucciones que los regímenes actuales no pueden solucionar; a partir del ejercicio de nuestra identidad y conocimientos propios.

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