Tuesday, May 28, 2013

EIB - Loreto: árbol desmembrado.



En la apertura del “círculo pedagógico” para asuntos relacionados con la Educación Intercultural Bilingüe (EIB) en Loreto, de autoría del reconocido investigador y educador José Barletti, me enteré de la inminente ejecución de un proyecto “no escolarizado” que tiene como universo la niñez de los pueblos indígenas. El proyecto, según la explicación contextual del facilitador de la Dirección Regional de Educación de Loreto, tiene como finalidad el afianzamiento temprano de la cultura propia en la vida social – familiar de los niños que no tienen la oportunidad de recibir las cualidades de la educación inicial; mediante una tutoría vernácula de personas (preferentemente jóvenes que han culminado estudios secundarios) previamente capacitados para desarrollar aptitudes concomitantes con los objetivos planteados, cuya idoneidad ha de concretarse en una forma de convivencia donde se inculque valores ancestrales. El enfoque ha sido aprobado sin mayor reflexión de los tertulianos –contiene importante aproximación con la aspiración pedagógica que deviene de un proceso revisionista de la EIB, basado en la reproducción de los valores tradicionales y del aprendizaje del conocimiento científico, simultáneamente–, y habían expresado el interés de leer el contenido del inédito y oportuno proyecto a fin de conocer su ámbito de influencia, estrategia y metas.

El momento preliminar del primer capítulo del “círculo pedagógico”, que se llevó acabo en la “Maloka del Aprendizaje y Encuentro Intercultural de la Asociación Curuinsi” en el último sábado, admitió la ausencia de los nuevos y legendarios intelectuales del parsimonioso mundo de la EIB en la amazonía peruana; cuyas obras y experiencias constituyen un riquísimo prontuario sobre la interculturalidad étnica y una profusa ventaja de capacidades afines que, hace mucho tiempo, su aplicación rigurosa y generosa hubiera puesto fin a la disarmónica distancia existente entre una propuesta y otra, que persiguen el mismo objetivo: diseñar un sistema principal de EIB - región Loreto, según la percepción y prácticas de cada pueblo indígena. Empero, no ha sido como quisiéramos que florezca, la soñada eclosión de un sistema EIB consensuado en sus aspectos más determinantes quedó sosegada por el ritmo de la carrera individual que emprendió el Instituto Lingüístico de Verano (ILV), EIB del Ministerio de Educación, EIB del Programa de Formación de Maestros Bilingües (FORMABIAP) y por otro lado, las propuestas educativas EIB diseñadas por Heinrich Helberg, José Barletti, Jorge Gasché, Gabel Sotil y otros ilustres pensadores; no llegaron jamás a confluir.

Después de medio siglo del nacimiento de la primera propuesta de EIB en la amazonía, ILV, y un cuarto de siglo desde que la experiencia con mayor éxito, FORMABIAP, impulsó una propuesta basado en formar maestros – líderes para mejorar la calidad educativa y defender los derechos de los pueblos indígenas, los resultados de la EIB – Loreto aprobó con nota mínima los escrutinios oficiales y de observación comunitaria.

El actual gobierno nacional aumentó su oferta de apoyo a la EIB. La Dirección Regional de Educación de Loreto conoce la disponibilidad presupuestaria y política del Estado. Esta situación bondadosa debe dar paso a la inmediata implementación de una propuesta EIB regional, mediante la confluencia de experiencias y conocimientos que fulgura la trayectoria de los principales líderes, sabedores, investigadores e intelectuales. Cada uno debe traer consigo el pedazo del “árbol – escuela” que logró construir en su propio taller: uno ha de traer un grupo de raíces, otros traerán partes del tronco, hojas, sabia y espíritu. No es una coyuntura para responder con proyectos pensados muy deprisa, es una oportunidad para ganar la guerra a la inmediatez, a los intereses propios y a la inextinguible sombra de la desunión.

El “círculo pedagógico” es una gran iniciativa que nació, estoy seguro, con el fin de dar respuesta al anacronismo y a la investigación para el museo.


Thursday, May 16, 2013

Abstracción de la persona.



No se ha privilegiado a la persona humana en la época colonial, tampoco en la vida republicana del país. En la colonia gobernó el régimen de la esclavitud y de la muerte, condiciones infrahumanas de trabajo y la negación de las libertades han sellado el perdurable e ignominioso atavismo, que se ubica en el corazón de la sociedad actual que, junto al río y los bosques, vislumbra su lenta decadencia y declinación de ineludibles valores que hubiesen de reproducir culturas que procuran la felicidad como base del progreso. La república, hundido en el seno del inevitable sistema extractivista y sus efectos laterales, aumentó la hendidura de la desigualdad y del individualismo suntuario; por ejemplo, el actual crecimiento “sostenido” de la economía viene engrosando las cuentas del poderoso y codicioso empresariado nacional y supranacional, en desmedro de los derechos de bienestar de los connacionales empobrecidos, cuyas tierras pródigas se han convertido en furtivos arrendamientos, elitista rebatiña y desprovista floresta. En consecuencia, los pueblos y comunidades aislados del foco de oportunidades –Lima, “la ciudad de los reyes”, es un símbolo del anacrónico centralismo vigente y copiosa prosopopeya de leyendas virreinales, un monstruo de diez millones de cabezas que reverbera con el esplendor emergente de la metrópoli, en comparsa con el fervor consumista– han repensado ir por dos caminos: uno, gestar una autonomía socio-cultural sobre la herencia primigenia que fortalezca la vital dualidad hombre – naturaleza, levantar una muralla que aísle las variables contaminantes y ayude el aprendizaje selectivo de la ciencia y tecnología; dos, dejar que la diáspora “bosquesina” se introduzca en el alma de la sociedad urbana y desde adentro, en reductos organizados y colectivos dinámicos, habían de exigir y cumplir derechos y deberes. Ambos senderos plantean no prescindir sino elevar el rol de la persona humana en reciprocidad, libertad y saludable espiritualidad.
No estoy enterado de alguna experiencia peruana que tenga relación con la búsqueda decisiva y concreta de la autonomía para una vida mejor de los pueblos originarios que han proclamado derechos territoriales adquiridos con anterioridad a la fundación del Estado, y que la felicidad de la persona humana constituya el fin supremo; aunque tenga la connotación de una atractiva y obligatoria utopía social, sí he conocido importantes experiencias dignas de ilustrar los resultados alcanzados, por ejemplo, el Programa de Formación de Maestros Bilingües de la Amazonia Peruana (FORMABIAP) logró importantes metas y objetivos sin haber creado o previsto –el diseño de un proyecto de desarrollo propio de los pueblos indígenas no ha sido el objetivo principal de FORMABIAP– un sistema educativo autónomo y propio, en consecuencia, los maestros indígenas de varios pueblos también han educado personas que han de servir al sistema de economía de mercado –los pocos profesionales indígenas (sociólogos, abogados, administradores, ingenieros, contadores, enfermeros), en la actualidad, trabajan para el Estado y empresas privadas–. Pues, la abstracción de capacidades idóneas para un sistema idóneo de bienestar repercute en contra de toda iniciativa que tenga como objetivo crear una vida comunitaria auto-sostenible y responsable de su propia forma de confrontar la pobreza, adquirida.  
  
La inversión púbica pregona la construcción de infraestructuras de gran envergadura (colegios emblemáticos, carreteras, hospitales, museos, embarcaderos, estadios deportivos, alcantarillados…) que, obviamente, ayudará a mejorar la prestación de los servicios básicos y a la vez beneficiará a los agentes del gobierno a través de un régimen de millonarias prebendas. En este infame contexto, la gobernabilidad y los derechos fundamentales, la promoción del arte y la práctica de valores (no robar, no mentir, actuar con justicia, comunicarse con transparencia, ayudar al prójimo…), la cultura y la educación integral, la etnicidad y el medio ambiente no son prioritarios; es decir, la persona humana no es el fin supremo de la sociedad peruana.

El Reino de Bután, monarquía situada en el sur de Asia central, al este del Himalaya, en el año 1972 decretó que la Felicidad Nacional Bruta (FNB) es más importante que el Producto Nacional Bruto (PNB). La Constitución de Bután, Art. 9, dice “El Estado promueve aquellas condiciones que permitirán la búsqueda de la Felicidad Nacional Bruta”, “Felicidad Nacional Bruta (FNB) mide la calidad de un país en una manera más holística que el PNB y considera que el desarrollo beneficioso de la sociedad humana tiene lugar cuando el desarrollo material y espiritual se produce lado a lado para complementar y reforzarse mutuamente”. (Karma Ura, Sabina Alkire and TshokiZangmo – Felicidad Nacional Bruta e Índice de FNB).

Muchas familias de la selva peruana, en virtud de su riquísima herencia tradicional, realizan actividades propias (elaboración de artesanía, construcción de pequeñas embarcaciones, actividades agrícolas, recolección de frutas, preparación de medicina); millones de personas sobreviven al margen de la asistencia del Estado, con las bondades de un sistema de ocupación informal articulado a la economía de mercado satisfacen medianamente sus necesidades básicas, ¿Qué nivel de vida tuvieran aquellas personas que no han tenido  oportunidades provenientes del Estado u otro tipo de apoyo y se han dedicado incansablemente a la pequeña actividad comercial (comida, costura, zapatería, venta de productos fabricados, servicios de transporte, relojería, etc.). Pues, el crecimiento económico del país se sustenta en el esfuerzo individual de aquellas personas que necesitan mejorar su oficio (capacitación y financiamiento) y puedan darle tiempo a los asuntos de interés público (fortalecer la gobernanza).