Friday, February 27, 2009

Voces rurales y subyacentes del putumayo.

Los días pasados y los días por venir pasan constantemente por la memoria y la visión de los pobladores rurales del putumayo. El colectivo descifra sus recuerdos en los encuentros cotidianos del individuo con la realidad que ofrece el bosque y sus habitantes. El pescador tradicional sufre los impactos de la despoblación de peces en las vastas formaciones naturales de agua dulce; el cazador percibe una notoria jornada de soledad de las frondas; el sembrador colisiona con inmediatas tierras concesionadas y con reducidas tierras naturalmente destinadas a producir alimentos; el forastero no encuentra la hospitalidad de ayer; el reino de los valores tradicionales y los mitos padecen en el hervor del raciocinio antagónico, consumista y neoconservadora.
Los pobladores rurales del putumayo desprenden mayor esfuerzo y tiempo en la búsqueda del alimento familiar diario. Mientras la insatisfacción de otras necesidades básicas inhibe la dinámica alegre del poblador de este lugar. Es así, que las ‘bondades económicas’ del país constituye una triste resonancia; pero, la ‘crisis externa’ significa un elevado costo de vida y un retroceso del curso del desarrollo humano. La unidad de los productos manufacturados de mayor demanda rural supera excesivamente el valor de la unidad salarial y de los productos agropecuarios; dando lugar a la especulación y acaparamiento que ávidos comerciantes practican en agravio del prójimo.

Muchas familias habitan territorios heredadas de sus antepasados que al pasar el tiempo se han denominado comunidades nativas y campesinas. El status jurídico de estas comunidades reconoce algunos derechos de tipo socio – cultural y despoja derechos económicos, decisiones y autonomías vinculado al territorio. Estas limitaciones son generadoras de serios conflictos de intereses entre las comunidades, empresarios y estado; consiguientemente, la informalidad ha montado su emporio dejando graves impactos sobre el bosque y sus habitantes. Asimismo, los pobladores autóctonos median actividades comerciales con la informalidad a fin de hacer frente la difícil situación de oportunidades y alternativas. Estas prácticas, propias de un escenario nacional sin liderazgo en materia de zona de frontera, conducen inevitablemente al aumento de la escasez de alimentos y otros bienes.

La ida y vuelta de desprendimientos, esperanzas, desafíos, entuertos y sueños confluyen en las fuentes de los salmos, poemas, canciones, ritos y folklore. Confesiones de la fe cristiana alegran las almas y sacuden la conciencia de los pueblos en relación al cumplimiento de la tabla de los ‘diez mandamientos’. Poemas y canciones en homenaje a la selva se refleja en la locomoción diaria: viajes en canoa que atraviesa el umbral del alba y manos labriegas siembran verduras del mañana. Fibras resistentes de palmera retorcidas por mujeres dan vida a pintorescas y valiosas artesanías. Niños y ancianos construyen su historia sobre voces vernaculares; ellos sonríen y forman su imaginario con una fuerza capaz de irrumpir los componentes ‘modernos’ que devienen de afuera.

En cada comunidad hay siempre un momento de tertulias. En el interior de una maloca cálida y misteriosa llegan jóvenes, adultos y ancianos para tratar algunos temas que afecta la actualidad interna. Cada conclusión individual converge con los datos producidos por una eficiente observación: aumento de la población y presión sobre los recursos naturales, ocupación de las tierras ancestrales promovidas por los efectos de erradas decisiones del Estado peruano, expansión del mercantilismo dominante y la enseñanza de una cultura urbana centralista al estilo ‘la belle époque’ en Europa; lejos de nuestra realidad y condecente a la huida de toda autonomía e identidad propia. Cuya apreciación tiene mucha aproximación con la teoría malthusiana sobre la población y los medios de subsistencia; también, con los pensamientos del ‘amauta” en sus ‘siete ensayos’.
No están lejos en advertir que estamos entrando en la ruta de una nueva época que tendrá como matriz el punto de viraje de la base doctrinaria de la economía política del planeta y la apertura de un nuevo paradigma ideológico; quizá híbrido o muy propio. Habrá otras épocas con nuevos desafíos; por ahora, queda aún la hermosura de una creación que estrictamente fue diseñado para el encuentro de la paz en medio del tumulto.


Jorge Pérez R.
Estrecho - Putumayo

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