Friday, February 15, 2013

Opacidad de las organizaciones indígenas.



La organización social de los pueblos indígenas amazónicos estaba basada en una jerarquía de articulación e interactividad con el prestigio, con el mérito y con la disciplina de los miembros de la comunidad. El jefe demostraba con el ejemplo las virtudes que inexorablemente mantendría vigente la armonía de los valores sociales arraigados con la alegría recíproca de la naturaleza material e espiritual, la palabra se introducía en el alma como una semilla generadora de una vida feliz, saludable y decantaba hasta abolir el macabro dolor de la muerte; los que han logrado niveles avanzados de aprendizaje y uso adecuado de la palabra estructurada (saberes) dejaron legados extraordinarios, como por ejemplo, advertían el día de su propio fenecimiento y hacían que el aliento mortecino discurra como un lento y agradable reposo, entretanto cantaban cada uno en su lecho de transición una canción que iba autenticando la póstuma sucesión preparado con muchos años, días, horas e instantes de anticipación. La palabra no solo servía para comunicarse sino también para modificar aspectos importantes de la creación y renovar la vitalidad de las almas extenuadas, por ejemplo, procurar una agradable lluvia en una mañana de verano o sanar a los enfermos que a raíz de su vileza padecieron; la palabra tenía sublime las cualidades divinas del “padre creador”, como una herencia digno de profunda admiración, respeto, velada infinita y entereza en su expresión. Pues, el mundo ha sido creado mediante la palabra – según la cosmogonía del pueblo indígena Murui – y la palabra adquirió autoridad e inmortalidad desde entonces, cultivable en la fuente del realismo de la rectitud y del amor. Los sabedores tradicionales aconsejaban no acercarse al campo de la maldad, evitar el encuentro casual o premeditado con su sombra incandescente y dominar sus peligrosas atracciones; las personas que transgredieron y transitaron por la oscuridad en busca de matices y fuegos en los mundos subterráneos banalizaron la palabra, vacío como el abismo y proscrito de su verdad fluye en los pueblos originarios, agazapados y furtivos. 

Las organizaciones indígenas han sido creadas siguiendo la inspiración de los sabedores fundadores, cuya palabra no convalecía en la trivialidad, era enorme su grandeza que llegaba hasta los confines arcanos de la creación, irradiaba luz en el camino y develaba el rostro de la confianza y el ojo de la sabiduría hacía despertar. Entonces, avanzaron los primeros “dirigentes” con el espíritu y sapiencia de lo propio, avanzaron hacia adelante hasta llegar a la ciudad creada por Pizarro y Orellana; en aquellas tierras donde más sangre que sudor cayó y en medio del óxido y del calcáreo frío soplaron varias veces el viejo cuerno en señal de advertencia del primer peligro: la aculturación del alma. Las plumas enhiestas sobre la gloria de los caballeros primigenios, en poco tiempo, yacía en impropios ajuares, salía en las portadas de los diarios, estaba en la agenda de las ONG y en la mirada de fuleros y timadores. Las comunidades amazónicas decían ya haber visto el progreso, la emoción hacía temblar la carne y no tardaron en formar parte de organizaciones locales, regionales y nacionales, que no es sino una telaraña organizativa copia del sistema societario utilitarista y dominante. El legado oral y fundacional ha sido traducido al español – idioma oficial que carece de palabras exactas o sinónimos de importantes expresiones del idioma materno –, pues ha sido imposible decirle al mundo con claridad, en español, el impulso histórico, onírico y metafísico que habían conllevado a la creación y búsqueda de la “institucionalidad indígena”, “movimiento indígena” con “autonomía” y “autodeterminación”; ¿Son alcanzables estas palabras objetivos desde el seno de la organización creada?.

 Actualmente, las organizaciones indígenas han perdido el brillo y las palabras poderosas del génesis han sido llevadas a los museos, convertidos en archivos escritos y digitales. La distancia geográfica entre una organización nacional, regional y local está cada vez más distante con el alma del pueblo, los canales vivos de comunicación y la percepción común del individuo así lo están demostrando. La situación que ORPIO – afiliado a AIDESEP – viene sufriendo es un indicador oportuno y real; los dirigentes y comuneros asociados no forman parte de una cadena de reciprocidad y motivación mutua, su organización funcional alcanzó depender absolutamente de la disponibilidad de dinero y de la oportunidad exterior, la escasez del dinero constituye la principal causa del abandono de las metas y de los sueños fundacionales; la palabra vernácula no puede ser más fuerte que el dinero, ahora – palabra que ha sido desde mucho tiempo profanado y debilitado por los golpes de los desaciertos y la aculturación del alma –, y esta miseria avergüenza a la estirpe legendaria y profuso de valores; pero a la vez, exige actuar con humildad y mirada acuciosa de cada trama que conforma el canasto que tejieron ayer los primeros dirigentes. Acaso debe estar envejecido, con los colores desdibujados y con el alma cautivo en algún marcado, si es eso la razón del abatimiento, debemos renovar y hacerle hermosa, frondosa y fuerte como el almendro, redimir el alma con la palabra primigenia que aún late en los últimos ancianos vivos. 

Todo puede caer en derredor (dinero, el poder de las armas, el petróleo), la palabra del “padre creador” que dio origen a los pueblos amazónicos y sus bosques deben sobrevivir, como una canción de vida, como una oración. Los dirigentes y los comuneros deben retornar al pedestal de la sabiduría propia, tejer fortalezas en su esencia y fecundar clarividencia; luego abrirse a la ciencia, retornar y gestar una opción propia, diferente e ingeniosa. Actualmente, la matriz organizativa y el espíritu de nuestras organizaciones dependen del sistema global – cae el mayor y luego caerá el súbdito, respectivamente –. La naturaleza de las organizaciones indígenas amazónicas del Perú está diseñada para nadar como un pez en el río de la sociedad urbana, sin embargo, su objetivo y visión reivindicativa de mayor alcance no son alcanzables desde la conducta y cultura institucional actual, por ejemplo, la “autonomía”, la “autodeterminación” y  el gobierno indígena son auténticas utopías sociales; cuya persistencia puede ser visto como excusa de un triste conformismo. Entonces, para avanzar mejor, seguro y consistente, debemos construir nuestro propio camino, construir otra forma de organización, por ejemplo, basado en la afiliación por motivación y proeza.

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