Saturday, February 02, 2013

Políticos del engaño.


El pueblo de Loreto alberga infelices actitudes y deplorables aposentos de valores en sus políticos vigentes. El centro del espiral – Iquitos – irradia energía fementida que conmina a los sistemas distritales para conspirar contra su mismo pueblo. Esta calaña que defiende ambiciones y codicias en beneficio de pequeños grupos humanos tiene una vieja y otra nueva matriz; 1. Crisis de valores, la virtud del emprendimiento de grandes empresas de bien como el fin de la vida y la rectitud del comportamiento han sido abolidas por la “civilización del espectáculo”. La pulcritud que se exigía en el seno de la familia y en la escuela se ha debilitado y se ha convertido en una libre norma de convivencia, las instituciones religiosas que sostenía la luz de las virtudes sucumbieron ante la desdicha del ejemplo, la ciencia institucionalizó el laicismo y la prédica del ego dominante, el éxito basado en el ejercicio del intelecto despertó sensaciones agradables y dejó durmiendo en su lecho primigenio la felicidad del espíritu; 2. La aspiración de un mejor estatus en la “sociedad del espectáculo”. En esta sección social la persona que aspira al ejercicio de la actividad política para gobernar no actúa como dueño de un gran sueño o proyecto, sino con el frenético impulso hacia lo suntuario, visto desde la presunción y la teoría de la movilidad social, con el fin de lograr notoriedad y aceptación de la encumbrada sociedad elitista. Salir del anonimato, pobreza, insuficiencia económica y de la abstinencia son las principales motivaciones de los que maniobran en el terreno de la política; mantenerse en el poder político o volver por ella es una exagerada obsesión y servilismo de elocuente codicia. 

Hábitos, costumbres y pensamientos de los políticos de Loreto migraron hacia un temerario y demencial régimen, misántropo y oculto en la sensibilidad del pueblo avanza como un señuelo que va dejando secuelas de hambre, propagandas y esperanzas muy bien hilvanadas con la cultura empobrecida y expectativa de cada comunidad amazónica. El régimen del latrocinio cuenta con hordas capaz de asestar golpes mortales contra importantes opositores y negociar con los aduladores, recibe el amparo de la ley y regenta los vínculos que tuercen al Estado nacional mediante congresistas y ministros. Las empresas privadas forman parte del régimen del mal, transan conveniencias económicas amparadas en la lógica de la ganancia máxima sin amor al cliente y al público. 

Loreto ingresó al siglo XXI sin ninguna luz de cambio de actitud o renovación de las instituciones políticas, desde el Movimiento de Integración Loretana – MIL, con un joven candidato en la dirección, hasta el Movimiento del “gallito” dirigido por un experimentado político, no han dado el salto cualitativo, cívico y moral necesario para transitar hacia una opción madura, civilizada, propia, que logre interiorizar el significado del bienestar mutuo y de la nación. Ninguno de los candidatos en carrera lograron superar el costumbrismo político y convencionalismo de las apariencias, discursos armonizados con el habla y emoción popular, presencia huidiza y adicta a la barahúnda, nadie habla de cómo cultivar una educación para el razonamiento e innovación, razón y juicio. Esta enfermedad es incurable dentro del régimen político retrógrado y corrupto, que constituye un atavismo de la república cauchera, fanática, avariciosa y aventurera. Su legado de una generación a otra es acertado, mejorado y de fina tesitura, tal como podemos ver en las últimas campañas políticas donde la población es tratada como un medio y no como el “fin supremo de la sociedad”, empujados a los parques mediante el fervor de las tómbolas y shows musicales. Los candidatos no pueden salir de la ruta, pues, el pueblo domesticado en ruidosa comparsa va decidiendo su destino, el destino de la desventura. Quizá una nueva generación de líderes de clara inteligencia podrá mejorar el tortuoso rumbo. 

El crecimiento económico del país, significa para los políticos del bodrio, una oportunidad de mayor beneficio, entonces, para no perder en las urnas la deflagración de la batalla por el poder político aumentó, peligrosamente. No hay fatalismo más conmovedor que viendo la infertilidad del terreno de la proeza y rastra de la dignidad, el silencio ocupe el sitial de la voz contestaria.

Entonces, en Loreto todo seguirá igual en los próximos tiempos. No habrá “alondra de luz por la mañana”.

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