Cerca del canal de Panamá se
encuentra el territorio Kuna –pueblo originario que mantiene vivo su legendario
conocimiento del mar Caribe colindante con su bosque tropical que constituyen la principal e
insustituible fuente de bienestar común–
que evidencia con nitidez la capacidad de mantener su esplendor y
riqueza sobreponiéndose a la vehemencia del extractivismo regional y global. Los
kunas han heredado una hermosa y profusa tradición cultural que fue defendido
con honor y valentía por sus líderes ante
la siniestra política del Estado panameño que estuvo destinado a homogeneizar
los derechos ciudadanos prescindiendo de los valores congénitos de sociedades
milenarias ubicadas en su jurisdicción. Actualmente, la cultura Kuna florece de
acuerdo a su propia forma de ver el mundo y el viento del mar Caribe no ha
dejado de correr deprisa llevando consigo incansablemente por el mundo entero
historias, sensaciones y mensajes de proezas legendarias y cotidianas, aromas,
sensación del arte singularmente minimalista –en la pequeña isla Gaigirgordub, a
un kilómetro de distancia, late con vitalidad el “Museo Kuna” que comprende una
bella y respetable memoria donde la nueva generación renueva su identidad y
compromiso con la prosperidad cultural– y de la luz de aquellos símbolos
propios se ha construido la bandera oficial del pueblo kuna, que ondea con
orgullo su comarca en señal de libertad, autonomía y esperanza.
En la isla Gaigirgordub parte de la Comarca Kuna –mientras el vaivén de las
olas susurraban con recato sobre la misteriosa y provechosa relación espiritual
que conserva el pueblo primigenio con el mar– el abuelo Naibe, Secretario del
Consejo Kuna, septuagenario, cabello largo y canoso, trigueño, un poco
obstinado, cauto en proferir sobre su tradición y muy enterado de los desafíos
y amenazas que merodean su comarca, con voz aguda y buen español me habló
sustancialmente sobre la historia de su casta: “Nuestros abuelos nos enseñaron
muchas cosas que nos ayudan a vivir en paz con el bosque y el mar, la autonomía
que tenemos en la comarca es el resultado de heroísmo y fortaleza común
contrapuesto a los intereses económicos del Estado panameño, en 10 días vamos a
conmemorar el éxito de una revolución que nos libró de la eterna esclavitud. No permitimos la implementación de proyectos
que amenazan con grandes impactos debido a su capacidad demostrada de
convertirse en varios demonios, entonces, decidimos desarrollar actividades orientados
al sector turismo basados en los servicios de hospedaje, alimentación y venta
de artesanías. Actualmente llevamos adelante la implementación de la escuela
intercultural Kuna, con el 30% de apoyo del gobierno de Panamá y el 70% del
gobierno de España”; cuando pregunté sobre la pesca en el mar y sus
conocimientos conexos me dijo que “de eso te hablaré después”. Con una sonrisa que
iluminó su cansina y propia complexión se despidió de mí.
Durante mi breve estadía en Gaigirgordub vi la pesca de bonito con
caña y disfruté varias veces de un plato que bellas mujeres kuna con trajes
bordados y adornos en los brazos habían preparado. Turistas que arribaron en
veleros procedentes de Norteamérica y Europa exultaron de las bondades que ofertan
la culinaria y la hospitalidad de la isla. Los albergues están construidos de
madera local, su pared está hecha de miles de varillas como si fuera un seto organizado
por un esteta, hojas cuidadosamente tejidos conforman un techo que convive con
la brisa y el sol abrasador.
No es para menos, en Gaigirgordub, acaba de concluir con
mucho éxito la “Reunión Regional Abya Yala Diálogo entre el Banco Mundial y los
Pueblos indígenas, Políticas Operativas – Salvaguardas”, con la participaron de
líderes indígenas de América Latina y el Caribe.
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