Revisando las principales
experiencias de progreso de la humanidad me detuve en la metafísica (análisis de
la materia más allá de la física) de Hegel para tratar de explicar el rumbo
histórico del putumayo. Es cierto que esta reflexión no abrirá una fórmula concreta
que dé solución a nuestros problemas sociales sino echará un poco de luz sobre
la forma de cómo estamos creciendo. Dice Hegel, en resumen, que para entender
la historia y el mundo mismo es necesario comprender una progresión en la que
cada movimiento sucesivo surge como una solución de las contradicciones
inherentes al movimiento anterior. Bien, la progresión (RAE: Acción de avanzar
o de proseguir algo) histórica del putumayo avanzó con el efecto de una reducida
fuerza de movimientos sociales anteriores que también causaron soluciones
insustanciales en los movimientos sucesivos (actuales). Es decir, no hubo
acontecimientos sucesivos que hubo de surgir de la solución de algún problema
generacional. Por ejemplo, la época del caucho que costó la vida de miles de
nuestros antepasados no es resultado de la solución de ninguna contradicción
anterior. Y de la época del caucho entendido como una contradicción no generó ningún
movimiento de solución sucesivo. En efecto, la solución hubiera propiciado la
unidad y el compromiso colectivo de progresar e inmortalizar los valores de la
libertad (sujetos de deberes y derechos) y la perseverancia en la búsqueda del
bienestar y el respeto, tal como dice la historia de los EE. UU después de su
independencia y el brillo de los japoneses después del genocidio que causó la
bomba atómica en Nagasaki e Hiroshima.
Tomé como ejemplo la época del
caucho porque es sin duda el mayor acontecimiento de nuestra historia
putumayense que hubiera marcado la ruta de nuestro futuro. Luego, algunos
sucesos posteriores como el levantamiento popular contra alcaldes fuleros y
enemigos de la claridad tampoco dieron origen a una época mejor de gobernabilidad.
Entonces, para lograr la validez
del razonamiento de Hegel en nuestra tierra debe ocurrir una eclosión de
acontecimientos nutrida y rica de valores para sentar las bases de la contradicción
que hubiera de solucionar los movimientos subsiguientes. Mientras no ocurra
algo grandioso, fuerte y sostenido en una nueva cultura nuestra historia habrá
de enflaquecer cada día más en agravio de miles de almas de rezan pidiendo a
Dios una nueva oportunidad de bienestar.
Queda muy claro entonces que el bienestar
de los putumayenses depende totalmente del progreso mental permanente y de los
valores del individuo (de su gente). La eficiencia social de la política, la
educación, economía, el deporte y otras entidades son instrumentos que han de
reflejar la madurez y probidad del pueblo. Mientras tanto, debemos alcanzar y
ejercer posiciones vinculantes con el deber de forjar un mejor porvenir.
Saludos.
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